De alguna manera u otra, la vida de Luis González siempre estuvo rodeada de caballos. De niño los corría en su pueblo natal de Juncos, hasta que quiso tomar clases de equitación para aprender a cabalgar formalmente. Costeaba las clases a través del recogido y venta de latas de aluminio pues su familia no tenía dinero. De adolescente tuvo la oportunidad de ser maestro de equitación para niños pequeños, labor que realizó por varios años, hasta que en 2009 se enfrentó a situaciones que lo llevaron a tomar la decisión de ser el primero en dedicarse al rescate y rehabilitación de caballos. Así fue como por amor y necesidad creó la Fundación Horse and Ponys, santuario de 180 cuerdas en el pueblo de Yabucoa en el que hoy no solo viven caballos, sino un sinnúmero de animales de granja a los que Luis se dedica en cuerpo y alma para ofrecerles una vida digna. A continuación, la entrevista que le hicimos a Luis en su versión editada y condensada. GDE: Anterior a tu fundación Horse and Ponys, ¿cómo nació ese amor con los animales? LG: En mi familia siempre hubo animales de granja por mi abuela, que en paz descanse. Ella fue quien me enseñó ese amor por los animales. Yo no tuve bicicleta, mi primer caballo lo tuve como a los ochos años. Entonces pertenecí al grupo de caballos 4-H con Coral Pérez, agrónoma que en aquel tiempo organizó el primer campamento de caballos, que no se había hecho en Puerto Rico. En 4-H cogí una charla de equitación y me interesé. Dije: “no quiero ser uno más en la comunidad que corre caballo al garete, quiero pulirme.” De ahí salí a coger clases de equitación que para aquel tiempo costaban 10 dólares. Recogía latas de aluminio de camino a la escuela, las escondía, y cuando salía recogía más y se las daba a mi abuela para que se las vendiera al que compraba aluminio porque no vengo de una familia pudiente. Así empezó mi vida, pero siempre amé los caballos. A los 18 años entré a una escuela de equitación en Trujillo Alto que ya no existe. Ahí los maestros grandes de Puerto Rico entraban a dar básico y yo entré directamente a avanzado. Daba clases por 20 dólares, de ocho de la mañana a una de la tarde. Tenía mucho tacto, trabajaba con niños pequeños con los que nadie quiere trabajar; los maestros prefieren trabajar con niños de 11 en adelante. Entonces los sacaba a competir, ganaban y les ayudaba a ganar esa confianza. En un momento dado me llevaron a una niña que decían que tenía autismo, pero lo que tenía era timidez aguda; ahora canta y toca piano. La habían botado de otras escuelas porque no hablaba, pero yo no necesitaba que me hablara, necesitaba que hiciera el trabajo y se entendiera con el caballo. En cuatro meses fue campeona a nivel isla. Allí, como yo no venía de una familia del deporte, me dieron mucho de codo. Tenía que limpiar jaulas, fui ayudante de muchos maestros hasta que un día uno de los padres me dijo: “Luis, tú eres el que prepara al niño, el que lo pule. El maestro sólo le da coaching en la competencia y es quien se lleva el crédito. Pero reconocemos que eres el que hace el trabajo, el que empieza con el niño desde cero. ¿Por qué no te independizas?” Le dije que eso no estaba en mis planes, que lo que quería era seguir adquiriendo experiencia y que le debía respeto a la persona que me contrató. Entonces un día un grupo de padres me dijo que me tenía una sorpresa. Me llevaron a Aguas Buenas y me dijeron que querían que montara una escuela para darles clases privadas a sus hijos y familiares. “Nosotros ponemos el lugar, los caballos y todo.” Les dije que me dejaran pensarlo y luego cambió la administración de la escuela, no me sentía a gusto y me fui. Así fue como en el 2000 comencé en la Escuela de Equitación San Gerardo. GDE: ¿Cómo nació Horse and Ponys? LG: Una vez me fui a Estados Unidos en busca del sueño americano al igual que muchos puertorriqueños, pero no era para mí pues vengo de trabajar con animales en una finca. Cuando regresé, que fue para 2009, dije: “Dios, ponme donde sea útil con lo que sé.” Como a los dos días me llamó un amigo y me dijo que había encontrado una yegua tirada en la carretera 30 y las dependencias del gobierno decían que no tenían manera de trabajar eso. Fui y lo ayudé, por cierto, la yegua aún está viva. Entonces él me dijo: “¿Por qué no haces un sitio para ayudar a los caballos en Puerto Rico?” Le dije lo que cuesta rehabilitar caballos. No es lo mismo un kennel donde cargas un perrito. Pero me quedé con la inquietud. En ese momento no quería dar clases de equitación, quería devolverles a los caballos todo lo que hicieron por mí. Hice una búsqueda de lo que era el rescate en Puerto Rico. Para ese tiempo solamente había una fundación, pero quería hacer algo que las personas pudieran vivir lo que vivimos los que ayudamos a los caballos, que los niños pudieran ayudar, tener unas instalaciones. Pero según mi investigación, el gobierno decía que era costoso tener un santuario. Tampoco tenía pensado hacer una fundación sino hacerlo más privado. Nos dimos a la tarea de comenzar por incorporar el nombre y hacer todos los procesos legales. Yo sin dinero, pero eso no me limitó a soñar pues lo último que se pierde es la fe. Anterior a eso y soñando con un santuario hice un vídeo en el que los animales hablaban, decían: “queremos un santuario.” Los otros días lo encontré. En realidad soñar no cuesta nada y lo último que se pierde es la fe pues lo logré. Empecé en el 2010 con la fundación. Comencé a trabajar mucho en el anonimato porque en aquel entonces no estaba preparado para hacer esto en todo Puerto Rico porque no tenía una instalación como la quería y el transporte que tenía también era limitado. No me gustan los reconocimientos porque siempre dije que los reconocimientos son para coger polvo en las paredes. Me encanta el trabajo, paso situaciones que ni las divulgo en las redes sociales. La burocracia del gobierno es enorme y en cuestión de caballos es bien complicado. Entonces aquí todo el mundo cree que todo lo tiene que resolver el gobierno y no es así, porque el caballo que llegó a la calle no fue por culpa del gobierno sino por un dueño irresponsable. GDE: ¿Dónde fue la primera instalación? LG: Empecé en Las Piedras con mil metros. Luego alquilé una propiedad con ocho cuerdas en Juncos. Ahí fue que empezó como que el boom porque la gente comenzó a comentar lo que hacía. Pero los primeros años fueron muy difíciles porque en el ambiente de rescate de animales hay mucha prepotencia y orgullo. GDE: ¿Cómo ha crecido tu proyecto desde 2010? ¿Cuántos caballos y otros animales tienes en tu santuario? LG: Hemos visto un aumento porque son muchas las personas que se han ido de Puerto Rico y después de María más. Ahora casi todos los municipios tienen el mismo problema: no tienen fondos para trabajar la situación. Desde el principio todo lo costeaba, y en parte lo sigo haciendo porque la ayuda es limitada para animales de granja. Dependo de lo que la gente done y de lo que se recoge de la entrada del público al santuario. Dentro de la finca tenemos una cafetería, casas de brinco, carrusel eléctrico, juegos para los niños y vendemos souvenirs. Al principio no cobrábamos la entrada, la persona solo compraba la bolsita de alimento, pero con el aumento de los animales ya no podíamos subsistir; ahora solamente cobramos dos dólares la entrada. En el santuario hay 168 animales en 140 cuerdas de terreno; el 80 por ciento de la finca está hecho con material reciclado. Además de caballos tenemos conejos, tortugas, burros, una vaca enana, ovejas, cabras, gallinas, pavos… También tenemos una batería de 20 caballos que toda la semana están sueltos y se recogen el sábado por la mañana para paseos de 25 minutos por la finca. En cuanto a adopción, las cabras, ovejas, burros y vacas no están para adopción porque son animales que se pueden consumir y queremos evitar eso. Sí se pueden adoptar caballos con la excepción de algunos que significan mucho para mí. Aparte de eso, tengo otros caballos que pertenecían a personas que convalecían con cáncer o alguna enfermedad terminal y antes de morir me pidieron que me quedara con sus caballos y cumplo esa palabra. También somos centro de práctica de algunas universidades. Eso también nos ayuda porque el maestro puede venir a dar la clase aquí con mis animales y también me ayuda con los casos médicos. También nos visitan voluntarios de universidades de Estados Unidos. GDE: ¿Cuentas con la ayuda de voluntarios? LG: Mi mano derecha es Vionette Estrada, técnica veterinaria y quien administra las redes y mi agenda; también se encarga de todo lo médico. También tengo a Luis Santiago que lleva diez años conmigo, y un grupo de voluntarios fijos que ayudan los fines de semana. En la semana solamente trabajamos dos personas. GDE: Sé que este tipo de operación de rescate de animales es sumamente costoso. ¿Cuánto dinero se necesita para alimentar a todos esos animales y que estén saludables? LG: Si empezamos con el pago de la finca, son 850 cincuenta dólares mensuales que tengo que buscar porque sin instalaciones los animales no tienen casa. En alimentación y cuido se van sobre 700 dólares semanales, sin contar si uno se enferma. Aunque no tenemos veterinarios fijos, nunca me faltan. Lo que siempre necesitamos es ayuda para alimentación y gastos de operación. GDE: Si una persona tiene un animal del que tiene que salir por x o y razón y te llama, ¿cómo es el proceso? LG: Se evalúa porque si tiene una condición médica que ni en un santuario tiene calidad de vida, no le extendería el sufrimiento. Cuando tengo un caballo con una pata rota y al que hay que eutanizar, a veces la gente me dice: “todo el tiempo es eutanizar, ¿y el día que tú caigas en una cama, que te rompas un pie...? El segundo corazón del caballo son las patas. Cuando el caballo pisa, la sangre bombea nuevamente al corazón y eso la gente no lo entiende. Eutanizar no es capricho, es terminar con el sufrimiento de ese animal. GDE: ¿Algunos proyectos o iniciativas nuevas en las que trabaje la organización? LG: Recientemente hicimos una alianza con una psicóloga que se especializa en terapia con animales. Las terapias empezarán ahora en enero, pero serán distintas porque serán con animales de granja y no con perros en una oficina. Empezaremos con niños y serán directamente en la granja, en el espacio natural de los animales. Lo bonito de esto es que estarán en una granja con animales especiales. Les llamo así porque muchos de mis animales tienen condiciones, ya sea porque fueron desechados por criadores porque no tenían las cualidades que buscaban en el animal. Proyectos siempre tengo. Tengo que hacer jaulas para recoger los animales porque no los puedo tener en libertad. Una vez me robaron 27 animales de terapia. Otro de los proyectos grandes es que abriremos un parque cerca del río que tendrá gazebos, inflables, un área para paseos a caballo, un playground abierto de cabras. Esperamos que esté listo para febrero. GDE: ¿Qué consejo quisieras compartirle a la ciudadanía para ayudar con la misión? ¿Cómo pueden facilitarles el trabajo? LG: Con llegar aquí a visitarme me ayudan y a todos los animales. Estamos en el Barrio Guayabota, Sector el 20, Carretera 181, km. 14 en Yabucoa. Para el público en general, abrimos los sábados y domingos de 11:00 am a 5:00 pm, y a las 9:00 am para los voluntarios que tengan ganas de trabajar. La Ñapita: Descríbete con tres palabras: soy bien serio en mis cosas, inteligente y tengo un corazón bien grande. Una frase o palabra que te gusta mucho: sonrisa. Voy a las escuelas a dar charlas y veo a los niños sonreír y eso para mí… Cuando sientes que pierdes el enfoque o la inspiración temporeramente, ¿qué haces? No soy de llorar, pero me bajan lágrimas, eso me desahoga. En años recientes, ¿qué nueva creencia, comportamiento o práctica mejoró considerablemente tu vida? Recientemente perdí dos familiares bien cercanos y eso me ayudó a darme cuenta de que tenemos que valorar la vida y vivir los momentos porque no sabemos cuando no estaremos aquí. ¿Cómo se llamaría la película de tu vida? “Horse and Ponys” Un puertorriqueñ@ que admires: bueno, no era puertorriqueño, pero amó esta tierra como si lo fuera, Tony Croatto. Para mí ese hombre era de otro mundo. ¿Qué es lo más grande que trajeron los animales a tu vida? Satisfacción. Que se puede cuando muchos te dicen que no. Tranquilidad y paz pues vivía una vida bien ajetreada. No sé, hay algo emocionante en verlos rehabilitarse, en ver una oveja parir frente a ti, ver que los animales te reconocen, que saben que tú eres el que los ayudas, alimentas y cuidas; eso no tiene precio. ¿Qué te inspira? Mientras la humanidad siga maltratando a los animales y siga viendo casos en las calles voy a seguir, es lo que me inspira a seguir porque si paro no sé qué será de ellos. Obviamente no es que vea el maltrato como algo positivo, pero es lo que me impulsa a seguir. ¿Cómo te relajas? En la finca, escuchando el río que baja. Quisieras que te recordaran por: lo que hice en vida. Lo único que pido es que la fundación no muera. Sigue a Horse and Ponys en las redes sociales: Facebook: @horseandponysinc Instagram: @horseandponys01 Twitter: @HorseandPonys01 YouTube: Horse and Ponys Inc *Horse and Ponys necesita ayuda para continuar con su importante labor. Puedes donar a través de su página de Facebook; ATH Móvil (787)295-6995, o PayPal: [email protected]. Además, puedes visitar el santuario y hacer tu donación monetaria, de materiales o alimentos.
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Con una extensa trayectoria en el área de rescate de animales y 26 años al mando de Save a Sato, Gloria Martí es sinónimo de ángel para esta vulnerable población. Su filosofía de no virar la cara y enfrentar situaciones de crueldad contra los animales la llevó a dedicarse de lleno a esta ardua labor. El albergue de Save a Sato, organización dedicada a minimizar el sufrimiento de los animales realengos y abusados, es hogar de 160 perros y 78 gatos a los que Gloria atiende de sol a sol. Sin embargo, este trabajo lo hace con amor incondicional pues según ella, lo que recibe de los animales es mucho más. Aunque hay mucho trabajo por hacer, su determinación y fortaleza le proveen el empuje necesario para continuar hacia delante y proveerles una mejor vida a los animales sin hogar. A continuación, la entrevista que le hicimos a Gloria en su versión editada y condensada.
GDE: Gloria ¿en qué momento de tu vida descubriste tu pasión por los animales? GM: Vengo de una familia que recogía a los animales, pero era, por ejemplo, si encontraban una perra recién parida en la calle mi papá se llevaba un perrito. Pero una vez se enfermaba terminaba otra vez en la calle. Querían a los perros, pero no te hablo de ese amor de quedarse con ellos. Yo sí ayudaba a los animales, pero la manera en que entré de lleno en esto fue por una vergüenza que pasé. Un vecino maltrataba a los animales y cogió un gatito, lo tiró contra el piso y le rompió una patita. El gatito estaba grave y yo no sabía qué hacer. Esto fue en los años setenta. Tenía una vecina que tenía animalitos y empezamos a buscar información y ella consiguió un grupo que se llamaba Animal Rescue, de Marta López, y se comunicó con ella. Nos enviaron a un especialista en Bayamón y me quedé bruta porque lo pagaron todo y el gatito se salvó. En agradecimiento, le dije a Marta que quería ayudarla porque soy de las personas que si me ayudan siento que quedo en deuda. Ella me invitó a una reunión de su grupo y cuando llegué había 40 personas. Ahí fue que pasé la vergüenza. Me empezaron a presentar a las personas, había como cinco o seis españoles, como tres o cuatro alemanes, como dos de Ecuador y así seguían presentándose y no había nadie de Puerto Rico. Entonces me dio tanta vergüenza que hice un compromiso de pertenecer y ayudar. Ahí fue que entré de lleno en el rescate de animales y me convertí en la mano derecha de Marta. GDE: Con Save A Sato llevas más de 26 años, ¿cómo se dio esa oportunidad? GM: Luego de trabajar con Marta López me enteré de que en el albergue de San Juan se cometía mucha crueldad con los animales. Dije: “pues quiero trabajar ahí.” Yo no viro la cara, trato de enfrentar el problema. Entonces me dieron un trabajo por contrato en el albergue y ahí estuve cuatro años. Aquello fue un desastre. Vi la crueldad más grande, la manera en que mataban a los animales, cómo entregaban sábanas con 100 perros muertos, animales sanos, gatos por montones… Pero gracias a Dios y peleando se arregló aquello. Botaron a muchos empleados y el albergue pasó a manos de la Universidad de Puerto Rico Recinto de Ciencias Médicas. Aunque no dejaron de sacrificarlos, lo hacen, pero ahora es más humano, ahora el animal tiene una muerte piadosa. Pero no los van a dejar de sacrificar porque eso es problema de la gente, no del gobierno. Este problema se debe a la falta de esterilización. Pues durante esos cuatro años conocí a las personas que luego fundarían Save A Sato, como a Karen Fehrenbach, que era bien protectora de animales y fue quien hizo las conexiones para enviarlos a Estados Unidos. Como tenían que hacer un escogido de los animalitos que no podían enviar a Estados Unidos, los llevaban al albergue. Yo trabajaba en el albergue, pero también los ayudaba. Cuando venció mi contrato, empecé de lleno con Save A Sato. Mi familia tenía un área en la parte trasera de la casa y le pedimos que nos permitieran hacer unas jaulitas para acomodar a los animales. Mi hermana me lo permitió y ahí fue que empezó Save A Sato. Empezamos con varios animales y ahora tenemos 160 perros y 78 gatos. GDE: ¿Esos son los que tiene la organización para adopción? GM: No, también tenemos gente que provee “foster homes” o albergues temporeros. Tenemos alrededor de 30 personas que hacen fostering y cada una tiene 20, 30, 100 animales. A esas personas Save A Sato las ayuda. Tenemos un ejército detrás de nosotros y no le cobramos un centavo a nadie. GDE: ¿Cómo es un día típico en tu vida? GM: (Se ríe) Primero que todo me acuesto tardísimo, tres, cuatro de la mañana porque de noche es que contesto las llamadas y mensajes porque no tengo tiempo en otro momento. Entonces me levanto como a las nueve y media, diez de la mañana y brego con los animales que tengo en casa, varios gatos y una perra. Luego me preparo un café y me siento en el teléfono por par de horas a contestar llamadas y mensajes; eso me toma casi medio día. Luego y con un solo café, salgo y voy a donde los perros en Save A Sato para empezar a bregar con ellos. Pero si antes me hacen una llamada de que hay un caso, de que hay que recoger algún animal herido, pues lo hago antes. Si no, pues llego hasta aquí y ese trabajo me toma un día entero. Alimento los perros, les doy agua, se limpian las jaulas, los perros salen, luego se limpian los gatos… Después de los gatos tengo unos gallos que son tan sinvergüenzas porque no pueden compartir las gallinas y pelean. Entonces tuve que coger gallitos heridos y ponerlos en jaulas porque si los suelto pelean. Les doy comida a los gallos. Tengo un vecino que tiene dos patos en la casa y no les da comida. Pues tengo que alimentarlos. Al frente de la casa tengo un montón de gatitos realengos y tengo que darles comida. A esos gatitos los estoy esterilizando poco a poco. Termino como a las ocho de la noche, quizás más tarde. Una vez termino de bregar con todos estos animales, que a veces no me da tiempo ni de comer y a veces como una vez al día, entonces brego con mi mamá que tiene cáncer y está bien delicada de salud. El albergue está en la casa de mi hermana que es de dos plantas, mi hermana vive arriba y mi mamá abajo con mi hermano. Pues voy un rato a donde mi mamá y si han cocinado, como. Estoy con mami un rato en lo que se baña; me dan las nueve o diez de la noche. Salgo y antes de llegar a mi casa, hago una ruta de 40 gatos callejeros porque no puedo recoger más gatos. Vivo en Hato Rey y son como 15 o 20 paradas dándoles comida a los gatos. Cuando llego a mi casa, hay como 20 gatos enfrente de mi casa a los que también les doy comida. Termino, entro a casa y atiendo a los míos. Luego cojo el teléfono y empiezo a contestar mensajes. Eso es un día, pero no tengo tiempo de quejarme. GDE: ¿Cuál es una de las mayores necesidades que enfrenta la organización? GM: Ahora mismo la necesidad que tenemos es pagar las deudas que tenemos con los veterinarios. Las entradas de dinero son tan pocas que no podemos pagar y eso nos limita a llevar animales porque las cuentas están cerradas. Entonces ese es uno de los problemas más grandes que tenemos. Además, la comida de los animales la pedimos en donaciones y si no nos donan tenemos que comprarla; el gasto mensual de comida es de $2,500. GDE: ¿Cómo ves la situación de los perros realengos hoy día en comparación con el momento en que comenzaste tu labor? GM: Bueno, antes éramos muy pocas las personas que bregábamos con esto de los animales. Ahora hay mucha más gente y en cuanto a la crueldad, era lo mismo antes pero no se publicaba. La situación ha mejorado, pero todavía estamos en pañales, nos falta mucho por aprender y mejorar. GDE: ¿Algunos proyectos o iniciativas nuevas en las que trabaje la organización? GM: Claro que sí. Te voy a contar. Uno de mis sueños de toda la vida y que ya es una realidad es que quería tener un albergue que sea modelo. Pues gracias a Dios, logramos que de las escuelas que cerraron en Puerto Rico nos donaran una que será la nueva casa de Save A Sato; ese es mi proyecto. Desde junio estoy arreglándola. Espero que para diciembre esté lista para mudar a los animales. Van a estar mucho mejor. Ese es el proyecto, una escuela completita para mí y un sueño hecho realidad. Ahora, necesitamos donativos para esto porque no tenemos el dinero. Tenemos que preparar jaulas y la escuela es enorme. Yo amo esto, amo la vida y le pido a Dios que me dé mucha salud porque tengo que terminar lo que hago, pero el día que no esté, cuando vean un animal en la calle, piensen que soy yo y recójanlo. GDE: ¿Qué consejo quisieras compartirle a la ciudadanía para ayudar con la misión de Save A Sato? ¿Cómo pueden facilitarles el trabajo? GM: Aquí hay una solución y es la esterilización, no hay más nada. La esterilización evita un montón de cosas, evita el maltrato, la sobrepoblación, los perros realengos en la calle. Al esterilizar una perra dejan de nacer miles y miles de animales. Hay que educar a la gente y a los niños porque a veces es bien difícil bregar con personas adultas que no van a cambiar. Esto tiene que ser con la nueva generación. Se tiene que esterilizar, punto; no hay más salida. La Ñapita: Descríbete con tres palabras: Soy una persona bien segura de mí misma, fuerte y determinada. Una frase o cita, tuya o de otra persona, que te gusta mucho: una de las cosas que siempre le digo a la gente es: “Confía en ti.” Cuando sientes que pierdes el enfoque o la inspiración temporeramente, ¿qué haces? Hay veces en que estoy con los animales y no me da el tiempo porque trabajo por reloj, y cuando estoy que ya no puedo, miro al cielo y digo: “Dios, dame unos patines, dame energía y ayúdame.” Pido perdón a los perros porque no me da el tiempo. Cuando voy de noche en la guagua saco una mano por fuera y digo: “Dios, dame energía porque la necesito.” Le pido mucho a Dios. En años recientes, ¿qué nueva creencia, comportamiento o práctica mejoró considerablemente tu vida? Lo de los animales cambió mi vida. Llevo casi 30 años sin comer carne y fue por las fotos y videos que vi, de la manera en que los mataban y cómo lloraban. Eso sí cambió mi vida de una manera bien drástica y no me arrepiento. Quisiera que hubiera pasado antes porque me siento culpable. Un puertorriqueñ@ que admires: A mis hijos los admiro. Tengo dos varones, Rafael de 44 y Ricardo de 41 y los admiro porque aprendieron mucho de mi, tienen unos sentimientos increíbles, me adoran y somos amigos. Mis hijos son algo bien grande mi vida. ¿Qué es lo más grande que trajeron los animales a tu vida? Padezco de depresión y los animales fueron los que me hicieron caer en tiempo porque me ayudan a no pensar. Vivo sola y ellos me ayudan a llenar ese vacío. No te exigen nada y te dan tanto; me ayudan mucho a estar bien emocionalmente. ¿Cómo te relajas? Aunque tú no lo creas, no tengo ni cinco minutos para relajarme, te lo juro. Para poder hacer esta entrevista tuve que colgar un montón de llamadas. Al que llega aquí les muestro una nota que escribí que dice: tengo una entrevista por teléfono. Honestamente, creo que el momento en que me relajo es cuando me siento un ratito a comer. Ahora, si voy en la guagua, si estoy en mi casa o en el albergue, saco un ratito para dar gracias a Dios, eso sí. Quisieras que te recordaran por: que me recuerden cuando vean un perro realengo en la calle. Sigue a Save A Sato en las redes sociales: Saveasato.org Facebook: @saveasato; Gloria Marti *Save A Sato necesita ayuda para continuar con su importante labor. Puedes donar a través de Saveasato.org Marcos Santana Andújar nació y se crió en un albergue, pues su madre fue víctima de violencia de género. En ese espacio, rodeado de otros como él, comprendió que de alguna manera tenía que formar parte de la solución de ofrecerles mejores oportunidades a los niños que sufren algún tipo de violencia. Hoy día, Santana Andújar preside la Red por los Derechos de la Niñez y la Juventud de Puerto Rico, organización que nació en 2013 y que agrupa 104 organizaciones de niños, de los cuales 78 son albergues o facilidades grupales, que ofrecen servicios a menores sobrevivientes de maltrato en Puerto Rico. La Red es una coalición dirigida a defender los derechos de la niñez y la adolescencia, y el único colectivo que coordina, unifica y representa los albergues, instituciones y centros para menores de Puerto Rico. Con el liderazgo de Marcos, los 12 miembros de la Red trabajan incansablemente para asegurar que se escuchen las voces de los niños y adolescentes que sufren algún tipo de violencia, al colaborar estrechamente con el gobierno y otras organizaciones para cumplir con su misión de erradicar la violencia contra los niños en todos los niveles. Marcos afirma tener más de 10,000 hijos que ganó a través del amor incondicional que les regala a estos niños, quienes a su vez lo miran como su superhéroe sin capa y de ojos color esperanza que se materializa cada vez que lo necesitan. A continuación, la entrevista que le hicimos a Marcos en su versión editada y condensada. GDE: Marcos, hoy día presides la Red por los Derechos de la Niñez y la Juventud de Puerto Rico, y tú que naciste y viviste en un albergue con tu mamá, ¿por cuánto tiempo viviste en el albergue y qué fue una de las cosas que más te impactó durante tu tiempo allí? MS: Nací, crecí y viví en un albergue. Mi mamá es sobreviviente de violencia y hace más de 30 años tuvo que huir e ir a un albergue. El agresor la encontró y tuvo que moverse a otro albergue en Juncos; justamente en el que nací y pasé los primeros ocho, nueve años de mi vida. En ese espacio me di cuenta de la importancia que tenía involucrarme en los trabajos por la equidad y la paz, para que otros niños y niñas que también sufrían violencia en contextos de violencia doméstica tuvieran una oportunidad de vida. Cuando estaba en primer año de universidad, falleció la monja fundadora del hogar. Así que regresé en el 2005 como voluntario a ver cómo podía ayudar. Allí estuve 10 años; empecé como voluntario y terminé dirigiendo el hogar. Un poco antes, en el 2013, fue que decidí que lo que hacíamos en Juncos había que multiplicarlo. Fundamos la Red de Albergues, Instituciones y Centros para Menores de Puerto Rico, una coalición de albergues que poco a poco se transformó. Al igual que todo el país, los albergues de niños sufrieron un grave embate por el huracán María, con la diferencia de que los niños que estaban ubicados en los albergues vivían ahí. Nosotros, como organizaciones de servicios, no podíamos darnos el lujo de decir: lo que viene es muy fuerte, vamos a cerrar y abrimos cuando pase. Pasamos el huracán en los albergues con los niños y cuando pudimos salir, recuerdo que fui albergue por albergue para ver que los niños y las monjas que trabajan en éstos estuvieran bien. Entonces vino la tarea más difícil, buscar recursos. Estábamos muy desesperados porque el gobierno tenía demasiado en las manos. Cargué agua de un albergue a otro hasta que lentamente se fue normalizando la situación. En ese proceso de ir a los albergues a llevar suministros, nos dimos cuenta de que había más niños con muchos más problemas fuera de los albergues. Así que ahí surgió el cambio de nombre de Red de Albergues, Instituciones y Centros para Menores de Puerto Rico, a Red por los Derechos de la Niñez y la Juventud de Puerto Rico. Nuestra misión y propósito es erradicar la violencia contra los niños y niñas en todos los niveles. Como parte de la experiencia tan dolorosa que tuvimos, nunca olvidaré el día en que llegando a Adjuntas vimos un grupo de niños que bailaba al ritmo del trimmer, del pico y la pala. ¡Qué capacidad de resiliencia tienen nuestros niños! Mi cuerpo y mi mente estaban agotados, los recursos no llegaban, pero había que continuar. GDE: ¿Cuáles son algunos de los mayores retos que enfrenta la organización? ¿Cómo se pueden solucionar? MS: Creo que lo primero y más importante es el tema de la sostenibilidad, de cómo conseguir recursos económicos para poder mantener los programas, para los servicios a los niños y para la operación de la organización. Durante el mes de abril estuvimos reclamándole al gobierno para que se establezcan políticas públicas dirigidas a erradicar la pobreza infantil, a invertir en proyectos de prevención evidenciados como los estamos implementando nosotros. También hicimos acercamientos a fundaciones norteamericanas y de otro tipo para ir acercando recursos. En segundo lugar, el tipo de violencia que hoy día recibimos en los albergues es descomunal. Los casos son como nunca antes vistos; infantes con el fémur roto, con un parcho en un ojo, niñas de cinco, seis, siete años abusadas sexualmente con unos contextos bien complejos. También vemos niños y niñas en el mundo del narcotráfico y cómo sus cuerpos se utilizan como arma de guerra para transportar drogas. Entonces los casos son mucho más complejos que hace algún tiempo y es un gran problema que para abordarlo, hay que cambiar las políticas públicas. En tercer lugar, las instituciones llamadas a proteger las familias y la niñez se desarrollaron para un momento en la historia y la realidad ahora es otra. La respuesta tiene que ser interagencial, entre organizaciones como nosotros, el gobierno y la empresa privada, pero para que sea efectiva tiene que ser coordinada y articulada. Este el tercer reto, atemperar todas las instituciones para proveer una mejor respuesta articulada. GDE: Por la naturaleza de tu trabajo ves casos muy fuertes de violencia hacia niños. ¿Cómo te preparas emocionalmente para continuar con tu labor? MS: Después de 13 años todavía lloro cada vez que llega un caso, y quiero seguir llorando porque no quiero perder la sensibilidad. Pero sí, ciertamente nos afecta mucho y siempre tratamos de encontrar un balance, pero los mismos niños nos sanan. Mira, lo que pasa dentro de un albergue es como una cajita de resonancia de música. Imagínate una caja de resonancia cerrada y ahí adentro se escuchan las voces de los niños, sus historias de dolor, su sufrimiento, sueños y alegrías. Sus voces hacen diálogo con las nuestras, con los adultos, con los psicólogos y psicólogas, trabajadores sociales y todo el personal. Esas voces tejen redes que no sólo sanan las heridas del maltrato, sino que también alivian ese trauma vicario que cargamos por años los que proveemos servicios. Cuando estas redes se tejen y los niños vuelven a confiar en sí mismos y en los adultos, vuelven a sonreír y a soñar, esa caja se abre y sale música otra vez. Eso es lo que en gran medida nos reconforta. Ver cómo culminan los casos, cómo los adoptan, cómo vuelven a una familia segura. Cada vez que veo que un caso culmina bien para un niño me alivia y me echa gasolina. Nosotros siempre les decimos a los padres y a los cuidadores: hay que echarle gasolina al tanque. Cuando veo que a los niños se les solucionan los problemas que han sufrido en sus vidas, me recargo. Tuvimos el encuentro con 30 mujeres que fueron niñas en albergues; sus historias, los pequeños logros me reconfortan. Hace unos meses llegó un niño de seis años que no hablaba ni caminaba bien porque pasó mucho tiempo en un play yard. Ver cómo poco a poco el niño habla y camina, eso me llena de mucho amor. También tengo una relación muy especial con Dios, con el componente espiritual, y saco mucho espacio para recargarme, para dedicarle a mi familia; eso también me ayuda mucho. GDE: Quisiera que compartieras una de las tantas historias que te impactaron positivamente. MS: Hay un caso de una niña que estuvo en 42 hogares. Luego de sufrir los peores abusos en su casa, pasó de hogar en hogar. La niña logró entrar a la universidad, estudiar, trabajar, y ahora tiene su familia. Hace unos meses estuve en Nueva York donde conocí a un joven, Ghabriello, que durante su niñez vivió en 11 hogares; fue abusado por su padre y después de removerlo del hogar fue llevado a un hogar de crianza, que no es lo mismo que un albergue. Los albergues son instituciones y los hogares de crianza son casas de familias. En el hogar de crianza también sufrió abuso. A pesar de eso, cuando tuvo edad para entrar a la universidad lo aceptaron en el Colegio de Mayagüez donde estudió ingeniería. Anterior a eso, una familia fue a adoptarlo y en aquel momento la trabajadora social le dijo a la familia que tratara de mantenerlo en cosas de matemáticas e historia, nada de artes, porque tenía una tendencia homosexual. Él quería estudiar arte y no se detuvo. Cuando se graduó de Mayagüez decidió ir a Nueva York a estudiar moda. Hoy vive en Nueva York y es una promesa de la moda. La vida de Ghabriello es impresionante, a mí me recargó mucho porque hoy hace lo que ama y es un hombre feliz, que es lo que nosotros justamente queremos que pase. Me siento como si tuviera 10,000 hijos. Sé quién está hospitalizado, quién pasó el kínder, quién no lo pasó, voy a los cumpleaños, a los juegos de pelota, a los field days… Estoy convencido de que, entre tantas otras cosas, nuestros niños lo que necesitan son unos elementos esenciales como: generar vínculos de seguridad y apego, tener acceso a oportunidades, y tener quién crea en ellos. Si en la receta de lo que necesitan tienen esos tres elementos, van a superar ese tramo crítico de violencia de sus vidas. GDE: Mencióname algunos logros recientes de la Red. MS: En primer lugar, el año pasado servimos a 3,000 niños y niñas en diferentes programas y atendimos a 400 familias a través de nuestro componente de capacitación y adiestramiento para padres, madres y cuidadores, para mejorar las destrezas de crianza y así mitigar los eventos de violencia. Además, publicamos la “Primera guía de recomendaciones para la protección de la niñez en emergencias o desastres naturales en Puerto Rico” que se presentó al poder ejecutivo legislativo. Una de esas recomendaciones ya se convirtió en ley, que es establecer un protocolo acerca de qué va a pasar cuando ocurra un desastre en las escuelas. Hemos incidido en políticas públicas importantes para la niñez como lo es la ley de adopción, para la cual básicamente propusimos todos los componentes del reglamento. También logramos el organismo más articulado de atención al problema de maltrato infantil. Tenemos 104 centros en 32 municipios articulados y ese es el mayor logro porque coordinar esfuerzos en Puerto Rico, donde hay una cultura a trabajar por separado, es bien duro. Logramos establecer el primer proyecto para la atención de hijos e hijas de víctimas de violencia doméstica. En Puerto Rico no hay política pública que establezca la recopilación de datos de los niños y niñas que sufren violencia en el contexto de la violencia de género. Se nos hizo muy difícil conseguir fondos para establecer un proyecto que diera servicios y el año pasado lo logramos. Tenemos APAME, un proyecto de apoyo psicosocial a menores que trabaja con niños y niñas en contextos de violencia doméstica. Nuestro proyecto es pionero porque en Puerto Rico no había estadísticas. Los empezamos a identificar cuando llegaban a los albergues referidos por negligencia educativa. Además, logramos que la Senadora Itzamar Peña integrara una enmienda a la Ley 54 para que cuando haya violencia doméstica se cancelen las relaciones filiales y los niños queden protegidos. Otro proyecto que ya rinde frutos es la mesa asesora de niñez y juventud que establecimos el año pasado para que los niños y jóvenes de las comunidades compartieran sus preocupaciones y cómo podían resolverlas. Dedicamos un año a visitar escuelas y comunidades y ya los niños y jóvenes de la mesa plantean propuestas concretas. Entre jóvenes y niños de diversos municipios decidieron que la prioridad es que se debía mejorar e invertir en la educación. Ese proyecto de acompañar a los jóvenes para que su voz se escuche es otro gran logro del que sin duda estamos súper orgullosos. Otro logro que está a punto de caramelo es que luego del huracán María descubrimos que había muchos niños que después de los 18 años se van de los albergues porque así lo indica la ley. Quedan en la calle porque los hombres de 18 a 24 años no pueden firmar contrato con vivienda pública. En una escuela abandonada que se nos traspasó en junio, vamos a inaugurar el primer proyecto de vivienda y servicios a jóvenes sin hogar que se llamará Casa Ramón. GDE: ¿Algo más que quieras compartir? MS: Enfatizar que todo el mundo tiene la responsabilidad de denunciar la violencia contra los niños; nos toca todos. La Ñapita: Descríbete con tres palabras: ¿Tiene que ser con una palabra? Soñador, trabajador empedernido y un ser humano que apuesta, sueña y trabaja por un mejor país. Ese soy yo y por eso es por lo que me levanto todos los días. Un libro o disco que te haya influenciado: Lo leí recientemente, el libro de la historia de mi mamá, Elizabeth Andújar, pero no te puedo decir más porque lo va a publicar pronto. Una frase o cita, tuya o de otra persona, que te gusta mucho: Lo digo todos los días, al equipo y a mí: hay que acompañar a los niños con amor y alegría, y el día que no lo podamos hacer con amor y alegría tenemos que irnos. ¿Cuál es un hábito poco usual o manía que tienes? Me preparo para todo, para propuestas, entrevistas, tomo notas, hago presupuestos y cosas importantes en servilletas. Eso lo aprendí de mi papá adoptivo que falleció hace un tiempo. En años recientes, ¿qué nueva creencia, comportamiento o práctica mejoró considerablemente tu vida? Siempre he creído en el trabajo colectivo, pero después del huracán María me di cuenta del gran valor que tienen dos cosas: el trabajo en alianza y el poder que tienen las artes y la cultura para la sanación de cualquier tipo de violencia. Si hubieras podido cambiar un aspecto de tu niñez, ¿qué habrías alterado? Nada Un puertorriqueñ@ que admires: Elizabeth Andújar, mi madre ¿Qué es una de las cosas más gratificantes que has hecho? Nunca lo voy a olvidar. En el 2005 tuve la oportunidad de viajar a una Jornada Mundial de la Juventud para un encuentro de jóvenes con el Papa, que en aquel momento era Benedicto XVI. Fui a una escuela de niños con autismo a hacer trabajo comunitario. Cuando terminamos, fue hermoso cómo los niños nos decían: no te vayas, gracias. Esa experiencia de haber estado ahí y conocer sobre el tema del autismo, que en aquel momento no sabía nada, marcó mi vida. Ese fue un momento importante, pero siento satisfacción cada vez que un niño sonríe. Quisieras aprender a: quisiera aprender algo nuevo todos los días, lo que sea. ¿Qué te inspira? La niñez, la juventud, verlos salir hacia adelante, verlos cuando llegan maltratados por la violencia, pero siguen apostando al amor. Siempre nos dicen “yo quiero a mi mamá”, aunque la mamá haya sido la abusadora. La niñez siempre apuesta por la esperanza y me inspira verlos luchar por un país distinto. Quisieras que te recordaran por: que la gente cuando me recuerde diga: coño, Marcos vivió sus días tratando de pintar una patria nueva desde el amor. Sigue a la Red por los Derechos de la Niñez y Juventud de Puerto Rico en las redes sociales: Facebook: Red por los Derechos de la Niñez y Juventud de Puerto Rico Twitter: @redenijpr Instagram: @redenijpr La Red necesita el apoyo económico y de voluntarios para completar su proyecto de vivienda y servicios a jóvenes sin hogar, Casa Ramón. Para donar, pueden hacerlo a través de PayPal: alberguespr, o en la sección de donar de ATH móvil: alberguespr. |
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Diciembre 2020
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