Con una extensa trayectoria en el área de rescate de animales y 26 años al mando de Save a Sato, Gloria Martí es sinónimo de ángel para esta vulnerable población. Su filosofía de no virar la cara y enfrentar situaciones de crueldad contra los animales la llevó a dedicarse de lleno a esta ardua labor. El albergue de Save a Sato, organización dedicada a minimizar el sufrimiento de los animales realengos y abusados, es hogar de 160 perros y 78 gatos a los que Gloria atiende de sol a sol. Sin embargo, este trabajo lo hace con amor incondicional pues según ella, lo que recibe de los animales es mucho más. Aunque hay mucho trabajo por hacer, su determinación y fortaleza le proveen el empuje necesario para continuar hacia delante y proveerles una mejor vida a los animales sin hogar. A continuación, la entrevista que le hicimos a Gloria en su versión editada y condensada.
GDE: Gloria ¿en qué momento de tu vida descubriste tu pasión por los animales? GM: Vengo de una familia que recogía a los animales, pero era, por ejemplo, si encontraban una perra recién parida en la calle mi papá se llevaba un perrito. Pero una vez se enfermaba terminaba otra vez en la calle. Querían a los perros, pero no te hablo de ese amor de quedarse con ellos. Yo sí ayudaba a los animales, pero la manera en que entré de lleno en esto fue por una vergüenza que pasé. Un vecino maltrataba a los animales y cogió un gatito, lo tiró contra el piso y le rompió una patita. El gatito estaba grave y yo no sabía qué hacer. Esto fue en los años setenta. Tenía una vecina que tenía animalitos y empezamos a buscar información y ella consiguió un grupo que se llamaba Animal Rescue, de Marta López, y se comunicó con ella. Nos enviaron a un especialista en Bayamón y me quedé bruta porque lo pagaron todo y el gatito se salvó. En agradecimiento, le dije a Marta que quería ayudarla porque soy de las personas que si me ayudan siento que quedo en deuda. Ella me invitó a una reunión de su grupo y cuando llegué había 40 personas. Ahí fue que pasé la vergüenza. Me empezaron a presentar a las personas, había como cinco o seis españoles, como tres o cuatro alemanes, como dos de Ecuador y así seguían presentándose y no había nadie de Puerto Rico. Entonces me dio tanta vergüenza que hice un compromiso de pertenecer y ayudar. Ahí fue que entré de lleno en el rescate de animales y me convertí en la mano derecha de Marta. GDE: Con Save A Sato llevas más de 26 años, ¿cómo se dio esa oportunidad? GM: Luego de trabajar con Marta López me enteré de que en el albergue de San Juan se cometía mucha crueldad con los animales. Dije: “pues quiero trabajar ahí.” Yo no viro la cara, trato de enfrentar el problema. Entonces me dieron un trabajo por contrato en el albergue y ahí estuve cuatro años. Aquello fue un desastre. Vi la crueldad más grande, la manera en que mataban a los animales, cómo entregaban sábanas con 100 perros muertos, animales sanos, gatos por montones… Pero gracias a Dios y peleando se arregló aquello. Botaron a muchos empleados y el albergue pasó a manos de la Universidad de Puerto Rico Recinto de Ciencias Médicas. Aunque no dejaron de sacrificarlos, lo hacen, pero ahora es más humano, ahora el animal tiene una muerte piadosa. Pero no los van a dejar de sacrificar porque eso es problema de la gente, no del gobierno. Este problema se debe a la falta de esterilización. Pues durante esos cuatro años conocí a las personas que luego fundarían Save A Sato, como a Karen Fehrenbach, que era bien protectora de animales y fue quien hizo las conexiones para enviarlos a Estados Unidos. Como tenían que hacer un escogido de los animalitos que no podían enviar a Estados Unidos, los llevaban al albergue. Yo trabajaba en el albergue, pero también los ayudaba. Cuando venció mi contrato, empecé de lleno con Save A Sato. Mi familia tenía un área en la parte trasera de la casa y le pedimos que nos permitieran hacer unas jaulitas para acomodar a los animales. Mi hermana me lo permitió y ahí fue que empezó Save A Sato. Empezamos con varios animales y ahora tenemos 160 perros y 78 gatos. GDE: ¿Esos son los que tiene la organización para adopción? GM: No, también tenemos gente que provee “foster homes” o albergues temporeros. Tenemos alrededor de 30 personas que hacen fostering y cada una tiene 20, 30, 100 animales. A esas personas Save A Sato las ayuda. Tenemos un ejército detrás de nosotros y no le cobramos un centavo a nadie. GDE: ¿Cómo es un día típico en tu vida? GM: (Se ríe) Primero que todo me acuesto tardísimo, tres, cuatro de la mañana porque de noche es que contesto las llamadas y mensajes porque no tengo tiempo en otro momento. Entonces me levanto como a las nueve y media, diez de la mañana y brego con los animales que tengo en casa, varios gatos y una perra. Luego me preparo un café y me siento en el teléfono por par de horas a contestar llamadas y mensajes; eso me toma casi medio día. Luego y con un solo café, salgo y voy a donde los perros en Save A Sato para empezar a bregar con ellos. Pero si antes me hacen una llamada de que hay un caso, de que hay que recoger algún animal herido, pues lo hago antes. Si no, pues llego hasta aquí y ese trabajo me toma un día entero. Alimento los perros, les doy agua, se limpian las jaulas, los perros salen, luego se limpian los gatos… Después de los gatos tengo unos gallos que son tan sinvergüenzas porque no pueden compartir las gallinas y pelean. Entonces tuve que coger gallitos heridos y ponerlos en jaulas porque si los suelto pelean. Les doy comida a los gallos. Tengo un vecino que tiene dos patos en la casa y no les da comida. Pues tengo que alimentarlos. Al frente de la casa tengo un montón de gatitos realengos y tengo que darles comida. A esos gatitos los estoy esterilizando poco a poco. Termino como a las ocho de la noche, quizás más tarde. Una vez termino de bregar con todos estos animales, que a veces no me da tiempo ni de comer y a veces como una vez al día, entonces brego con mi mamá que tiene cáncer y está bien delicada de salud. El albergue está en la casa de mi hermana que es de dos plantas, mi hermana vive arriba y mi mamá abajo con mi hermano. Pues voy un rato a donde mi mamá y si han cocinado, como. Estoy con mami un rato en lo que se baña; me dan las nueve o diez de la noche. Salgo y antes de llegar a mi casa, hago una ruta de 40 gatos callejeros porque no puedo recoger más gatos. Vivo en Hato Rey y son como 15 o 20 paradas dándoles comida a los gatos. Cuando llego a mi casa, hay como 20 gatos enfrente de mi casa a los que también les doy comida. Termino, entro a casa y atiendo a los míos. Luego cojo el teléfono y empiezo a contestar mensajes. Eso es un día, pero no tengo tiempo de quejarme. GDE: ¿Cuál es una de las mayores necesidades que enfrenta la organización? GM: Ahora mismo la necesidad que tenemos es pagar las deudas que tenemos con los veterinarios. Las entradas de dinero son tan pocas que no podemos pagar y eso nos limita a llevar animales porque las cuentas están cerradas. Entonces ese es uno de los problemas más grandes que tenemos. Además, la comida de los animales la pedimos en donaciones y si no nos donan tenemos que comprarla; el gasto mensual de comida es de $2,500. GDE: ¿Cómo ves la situación de los perros realengos hoy día en comparación con el momento en que comenzaste tu labor? GM: Bueno, antes éramos muy pocas las personas que bregábamos con esto de los animales. Ahora hay mucha más gente y en cuanto a la crueldad, era lo mismo antes pero no se publicaba. La situación ha mejorado, pero todavía estamos en pañales, nos falta mucho por aprender y mejorar. GDE: ¿Algunos proyectos o iniciativas nuevas en las que trabaje la organización? GM: Claro que sí. Te voy a contar. Uno de mis sueños de toda la vida y que ya es una realidad es que quería tener un albergue que sea modelo. Pues gracias a Dios, logramos que de las escuelas que cerraron en Puerto Rico nos donaran una que será la nueva casa de Save A Sato; ese es mi proyecto. Desde junio estoy arreglándola. Espero que para diciembre esté lista para mudar a los animales. Van a estar mucho mejor. Ese es el proyecto, una escuela completita para mí y un sueño hecho realidad. Ahora, necesitamos donativos para esto porque no tenemos el dinero. Tenemos que preparar jaulas y la escuela es enorme. Yo amo esto, amo la vida y le pido a Dios que me dé mucha salud porque tengo que terminar lo que hago, pero el día que no esté, cuando vean un animal en la calle, piensen que soy yo y recójanlo. GDE: ¿Qué consejo quisieras compartirle a la ciudadanía para ayudar con la misión de Save A Sato? ¿Cómo pueden facilitarles el trabajo? GM: Aquí hay una solución y es la esterilización, no hay más nada. La esterilización evita un montón de cosas, evita el maltrato, la sobrepoblación, los perros realengos en la calle. Al esterilizar una perra dejan de nacer miles y miles de animales. Hay que educar a la gente y a los niños porque a veces es bien difícil bregar con personas adultas que no van a cambiar. Esto tiene que ser con la nueva generación. Se tiene que esterilizar, punto; no hay más salida. La Ñapita: Descríbete con tres palabras: Soy una persona bien segura de mí misma, fuerte y determinada. Una frase o cita, tuya o de otra persona, que te gusta mucho: una de las cosas que siempre le digo a la gente es: “Confía en ti.” Cuando sientes que pierdes el enfoque o la inspiración temporeramente, ¿qué haces? Hay veces en que estoy con los animales y no me da el tiempo porque trabajo por reloj, y cuando estoy que ya no puedo, miro al cielo y digo: “Dios, dame unos patines, dame energía y ayúdame.” Pido perdón a los perros porque no me da el tiempo. Cuando voy de noche en la guagua saco una mano por fuera y digo: “Dios, dame energía porque la necesito.” Le pido mucho a Dios. En años recientes, ¿qué nueva creencia, comportamiento o práctica mejoró considerablemente tu vida? Lo de los animales cambió mi vida. Llevo casi 30 años sin comer carne y fue por las fotos y videos que vi, de la manera en que los mataban y cómo lloraban. Eso sí cambió mi vida de una manera bien drástica y no me arrepiento. Quisiera que hubiera pasado antes porque me siento culpable. Un puertorriqueñ@ que admires: A mis hijos los admiro. Tengo dos varones, Rafael de 44 y Ricardo de 41 y los admiro porque aprendieron mucho de mi, tienen unos sentimientos increíbles, me adoran y somos amigos. Mis hijos son algo bien grande mi vida. ¿Qué es lo más grande que trajeron los animales a tu vida? Padezco de depresión y los animales fueron los que me hicieron caer en tiempo porque me ayudan a no pensar. Vivo sola y ellos me ayudan a llenar ese vacío. No te exigen nada y te dan tanto; me ayudan mucho a estar bien emocionalmente. ¿Cómo te relajas? Aunque tú no lo creas, no tengo ni cinco minutos para relajarme, te lo juro. Para poder hacer esta entrevista tuve que colgar un montón de llamadas. Al que llega aquí les muestro una nota que escribí que dice: tengo una entrevista por teléfono. Honestamente, creo que el momento en que me relajo es cuando me siento un ratito a comer. Ahora, si voy en la guagua, si estoy en mi casa o en el albergue, saco un ratito para dar gracias a Dios, eso sí. Quisieras que te recordaran por: que me recuerden cuando vean un perro realengo en la calle. Sigue a Save A Sato en las redes sociales: Saveasato.org Facebook: @saveasato; Gloria Marti *Save A Sato necesita ayuda para continuar con su importante labor. Puedes donar a través de Saveasato.org
1 Comentario
Edward Lozada
12/21/2023 11:51:35 am
Tengo un gallo realengo suelto en Bayamon para que lo lleves mi teléfono es 939231 7850
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Diciembre 2020
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