Al echar un vistazo a su pasado, Beto Torrens recuerda que durante su niñez nunca faltó la música. Los instrumentos musicales, el baile y el canto fueron elementos clave en su crianza y la base para su posterior carrera como percusionista y cantante. Su trayectoria musical podría describirse como intensa, en la que siempre se suscitan grandes oportunidades y personajes folclóricos, muchos de los cuales se han convertido en mentores. Los primeros pasos de su carrera los dio con Batucada Baobá junto a uno de sus maestros, Fernando "Freddie" Díaz. Esa oportunidad dio paso a Bayanga, grupo que cofundó con Eduardo Cabra (Visitante). Posteriormente y por el afán que depositó en perfeccionarse como percusionista, Beto ha tenido la dicha de colaborar con importantes artistas como: Puya; Cultura Profética; Gomba Jahbari; Jerry Medina; Batacumbele; Brazuca Matraca (Barcelona); Ricky Martin; Tráfico Pesado, y La Descarga Urbana de Medina Carrión. Sus contribuciones también forman parte de significativas grabaciones como “Urbano” de Elvis Crespo, nominada al premio Grammy. Beto es miembro de las bandas: Sie7e; Lado Ve; Grupo Carabalí; Desde Cero; Los Majaderos de Cachete Maldonado y Villa Locura de Henry Cole. A lo largo de su carrera y por sus incesantes deseos de explorar distintos géneros, ha fundado y cofundado varios conjuntos como: La Quilombera; The Rican Rebels, e IFÉ, cuyo primer álbum debutó en 2017 con excelentes críticas. También dirige las agrupaciones folclóricas Bloco Afro Oxalá y La Liga Rumbera. Como si fuera poco, también funge como educador. Beto Torrens es uno de los percusionistas más importantes de esta generación. Aunque prefiere no identificarse con un solo género, queda claro que su intención es crear música que nos una como pueblo y que, al prestarle la debida atención, nos sirva como bálsamo para sanar cuerpo y espíritu. A continuación, la entrevista que le hicimos a Beto en su versión editada y condensada. GDE: Beto, ¿cuándo comenzó tu interés por la música y luego por la percusión? BT: Por la música desde que nací porque en mi casa nunca faltó. Mi crianza fue bien clásica. Mi padre es cantante retirado de ópera y zarzuela y mi mamá tocaba piano clásico. Entonces, de niño bailé con Ballet de San Juan y estudié violín en el Conservatorio de Música, entre otras cosas. Mi playground, en vez de ser el parque de pelota, fue el Teatro Tapia. Luego el Centro de Bellas Artes se convirtió en mi otro playground cuando abrió en el ’81. Pero siempre tuve esta cuestión con la africanía. Fue lo menos que me enseñaron en la escuela, pero era lo más que me hacía sentido en cuanto a la vida y al Caribe y siempre me encantó el tambor. Mi prima bailó con Areyto Ballet Folklórico en los setenta y principios de los ochenta y ese fue mi primer acercamiento a la bomba. Antes, para ver bomba tenías que ir a donde los Ayala, los Cepeda, a los sitios donde aún existía porque estaba a punto de desaparecer. Fast forward al ‘89 cuando me fui a estudiar fuera de Puerto Rico. Me llevé un pequeño bongó como de juguete pues era lo que tenía y era mi conexión a Puerto Rico. Hice un bachillerato en Artes Visuales con una concentración en Pintura y precisamente, a través de esa conexión con el arte fue que me encontré con el tambor. Vivir en Estados Unidos, lejos de mi cultura, me acercó a buscar más de lo mío. Empecé a hacer unas investigaciones precisamente en Loíza y junto con la que fue mi noviecita en esa época, que estudiaba producción, trabajé un documental acerca de las Fiestas de Santiago Apóstol en Loíza. Allí fue que conocí a los Ayala y a toda esa gente. Por primera vez vi el batey y me acerqué a esa onda que me interesó mucho. GDE: ¿Quiénes fueron tus mentores y maestros? BT: Mi primer maestro se llama Eduardo Cortés, un pana de la niñez que sabía bastante y me enseñó mis primeros pasos. Entonces empecé a estudiar formalmente en el centro cultural llamado Centro ABC, que fue de mi mentor y maestro y quién me abrió las puertas, Fernando “Freddie” Díaz, un gran percusionista que murió hace unos cuantos años. En la escuela de Freddie, además de estudiar con él, estudié con gente como Anthony Carrillo y Héctor Calderón; tuve muchos buenos maestros. Luego llegaron otras personas que fueron claves en mi formación. El maestro Ricky Soler de Añasco fue un gran maestro en mi desarrollo como rumbero. Además, fue un ser humano increíble y dejó un legado en todo lo que hizo como compositor, cantante, artesano… Por supuesto, el maestro que tengo la dicha de tener vivo, Totin Agosto “Arará”, un gran maestro de los trovadores de la calle. Es mi papá en la rumba y el de muchos otros rumberos que trabajamos ese tipo de folclor aquí en Puerto Rico. Es un ser humano muy especial que me abrió un portal, a poder vivir una realidad que es a lo que le dedico mi vida. Lo conocí en el 2000. Estaba en mi kiosquito de arte en las Fiestas de la Calle San Sebastián y tenía una rumba hippie con mis panas; el tamborcito, flautas... Llegaron dos personajes y uno dijo: “mira, dame una vuelta ahí con esos tambores”, y se pusieron a tocar. Uno era Totin y el otro Bobby Trinidad, un gran percusionista puertorriqueño que lamentablemente falleció luego de una larga lucha contra el cáncer. De repente llegaron estos jedis y se pusieron a tocar rumba afro-cubana de verdad y nosotros nos quedamos en una pieza. Entonces Totin nos preguntó si conocíamos el grupo Yoruba Andabo de Cuba y nosotros ni idea. Pues a todos nos pidió nuestra dirección y una semana más tarde nos llegó un cassette grabado de Cajones Bullangueros. Ahí fue cuando se convirtió en mi maestro. GDE: ¿Recuerdas la primera vez que tocaste profesionalmente ante un público? BT: O sea, ¿que me pagaron? (se ríe) El primer grupo con quién toqué y me pagaron fue con Batucada Baobá, el grupo de mi maestro Freddie Díaz; con él empezó todo. Yo era un “fiebrú”, en cualquier fiesta me ponía a cantar y a tocar aunque no supiera tres carajos. Un día recibí una llamada de un individuo “¿Beto Torrens?” Yo: “sí”. “A mí me dicen que tú tocas y cantas”. Y yo: “wow, bueno, me zumbo”. “Para que pases por el Centro ABC”. Ese fue Freddie y así fue como entré a este mundo. De hecho, en mi primera visita al centro estaba el gran maestro Angel “Cachete” Maldonado dando una clínica y me quedé starstruck. Él terminó su taller y entró Freddie y me dijo: “vamos a tocar”. Me sentaron en unas tumbadoras, en las congas, y sentado al frente mío y al otro lado del cuarto estaba Cachete Maldonado con su estudiante Edgar Lebrón, que eventualmente se convirtió en un gran hermano de la vida y del tambor. Los dos me miraban como: ¿y este blanquito qué c***** va a hacer? Freddy arrancó, hizo una llamada que nunca había escuchado en mi vida, todo el mundo arrancó y me quedé mirando como: ok, ¿y ahora? Luego de coger varias clases, Freddie me llamó para decirme que me necesitaba para un guiso en el restaurante Parrot Club del Viejo San Juan. Esto fue como para el ‘97 y fue mi primer guiso profesional como quien dice, sin aún saber bien lo que hacía. Con ese grupo tuve la oportunidad en el 1998 de tocar en las presentaciones de la gira “Vuelve” de Ricky Martin. De repente toqué frente a 30,000 personas, una experiencia increíble. Grabamos el videoclip de “La copa de la vida” que fue una demencia porque ese año estuve en Francia y allí me vi en la televisión. El tipo de la barra me miraba como que no, ese no eres tú. Entonces la música me ha dado muchas cosas así desde el principio. GDE: Has tocado con muchos y diversos artistas, ¿cómo entiendes influyeron sus estilos musicales en el tuyo? BT: Creo que hace perfecto sentido. Todo el que el que me conoce sabe que nunca me he encajonado en ningún género. Mucha gente me conoce como rumbero porque de alma soy bastante rumbero, me encanta ese lenguaje en particular, pero he hecho muchas cosas como en la época de Bayanga, donde nos inventábamos toda esta “mescolanza”. Siempre he estado envuelto en proyectos, o bien folclóricos arraigados al fundamento, o bien de combinar todas esas cosas e ideas. También me dediqué a estudiar y trabajar otros tipos de percusión que me dieran más trabajo. Durante el tiempo que estudié con Anthony Carrillo, él me dijo: estudia la timba porque ahí está todo, pero continúa lo que haces de tocar otro tipo de percusión porque así siempre tendrás trabajo. En efecto, es lo que ha marcado mi carrera. No me llaman tanto para tocar tumbadoras, me llaman más para tocar otras cosas. Hoy día es diferente también porque la juventud tiene otra perspectiva y otras herramientas a la mano. Ahora vas al Conservatorio de Música y estudias percusión con maestros como Andrew Lázaro, que es un sabio y te va a enseñar de todo. Pero siempre le digo a los estudiantes formales del Conservatorio de Música que también tienen que tirarse a la calle a aprender de gente como Luis Lagarto Figueroa; si tienen ambas cosas estarán mejor. GDE: ¿Algún músico con quién te gustaría colaborar que aún no lo has hecho? BT: Hay un músico que es uno de mis cantantes favoritos del mundo, el senegalés Baaba Maal. Hace música fulana pues es parte de la etnia Fulani; lo que es un “fulano de tal” era un esclavo fulano de alguien. De la manera en que él utiliza su voz es “parapelos”, y además es un gran guitarrista y compositor. Él sería una persona con quien me gustaría colaborar y sé que es posible porque ya tengo una conexión. Hace un tiempito mi gran hermano y uno de los grandes bajistas de Puerto Rico, Ricky Rodríguez, tocó con él en Nueva York y le dije: “¡ay, ese es mi sueño, hazlo por mí!” Algo que también está en el tintero es trabajar con Seun Kuti, el hijo de Fela Kuti. En un viaje al festival WOMAD de Inglaterra con la banda IFÉ, ellos estaban tocando con la banda original de Fela y cuando llegamos al backstage estaban allí. Fue hermoso porque nosotros practicamos la religión de los Orishas y él también y fue como un enlace. Nos cantaron canciones, una cosa bellísima, y compartimos un rato bien chévere. Le dije que quería trabajar con él y me dijo que sí, que va a pasar. Es posible que sea para mi primer disco como solista que trabajaré este año con el proyecto Beto Torrens AGRANDADO. GDE: Háblame de las clases que ofreces en tu taller y cómo es esa dinámica. BT: Llevo unos cuantos años dando diferentes clases en mi Taller Yemayá en Puerto Nuevo, pero también he dado talleres y clases en lugares como: el Conservatorio de Música, el Liceo de Arte y Tecnología y la Universidad Interamericana. Durante viajes con IFÉ he ofrecido talleres en ciudades como Chicago, Barcelona, París, pero definitivamente todo empezó aquí y fue algo que surgió como usualmente pasa en mi vida, por la necesidad de los estudiantes, ni siquiera fue mi idea. Este chico me empezó a escribir por Facebook: “yo quiero aprender, estoy haciendo esto, oye lo que grabé, ¿cuándo hay clases?” Hasta que un día dije: “dale, voy a hacer una clase”; así empezó esto. Ese chico se llama Xander Ramírez y como quien dice es mi protégé. Las primeras clases que di fueron de música afro-brasileña, en particular música de Salvador de Bahía en Brasil. Luego di unos cursos de shekere, de la manera tradicional de los toques de güiro dentro de nuestras ceremonias religiosas, que obviamente tienen una musicalidad que se presta para muchas cosas. Ahora mismo doy una clase de rumba afro-cubana todos los jueves, pero pienso hacer como antes que daba clases todos los días. También trabajo con la compañía Across Caribe, que ofrece turismo alterno en Puerto Rico y dentro de sus ofrecimientos se encuentra coger una clase de percusión afro-puertorriqueña conmigo. Es una experiencia súper enriquecedora porque llega gente de todas partes del mundo. Tuve gente de Nueva Zelanda, Egipto, Canadá y Estados Unidos, entre otros. Una vez tuve 15 estudiantes chinos de escuela superior. Fue increíble ver a esos chamaquitos chinos cantando bomba. Es una clase de dos horas; la primera es para historia y concepto, y en la segunda tocamos los ritmos dependiendo del nivel de las personas. Algo constante en todas mis clases de percusión es que hablo mucho de la historia, porque de esa manera la gente tiene un acercamiento mayor a lo que hacen y lo entienden mejor. Además, hace tres años que doy talleres de percusión afro-puertorriqueña y afro-cubana en Arizona. Ya establecí un grupo de bomba allá que se llama Grupo BombAZo. GDE: ¿Qué proyectos nuevos tienes para este año? BT: Después de década y media de carrera empecé un proyecto como solista que empezó como un trío, que evolucionó a un cuarteto, que evolucionó a un quinteto, y que hoy día se llama el Beto Torrens AGRANDADO. Es un concepto que siempre quise hacer desde el tiempo de Bayanga. Obviamente todo se da en el momento que es y es música influenciada por todas las vertientes musicales en mi vida. En este caso no hay batería, la batería está compuesta por el barril de bomba y percusión menor como maracas, shekere y campanitas. También es un acercamiento al afrobeat pero más compacto. Tengo un bajista, Héctor “El Negro” Reyes, mi mano derecha en el proyecto y un gran bajista de reggae. Precisamente, el reggae es una de las influencias más grandes de mi vida musical y lo que más escucho. También tengo a la tremendísima saxofonista Janice Maisonet. En la guitarra tuve muchos músicos increíbles, pero en algún momento siempre me los llevan. Ahora tengo a Javi Pérez, un tremendo maestro que toca con otros grupos como Villa Locura de Henry Cole. En los coros tengo a mi estudiante Xander, y a Axel Rodríguez y Tito Rodríguez de los Pleneros de la R. Cuando no está Tito, está Luis Sanabria, una de las voces privilegiadas de la música tropical y tremendo plenero. Ahora me traje a Rafa Maya porque ese es mi hermano y como no hay batería, al tener dos barriles se siente más potente la ecuación. Con ese grupo ya hice muchas cosas locales como Ventana al Jazz y varios conciertos en lugares como La Respuesta y El Boricua. Pronto me voy a sentar con mi compadre, Henry Cole, para que sea el coproductor, lo vea desde otro punto de vista y me ayude a arreglar cositas antes de grabar. Aparte de eso, precisamente con Villa Locura grabamos hace casi tres años el disco “Simple” que está en remojo para que salga en cualquier momento. Posiblemente fue una de las experiencias más increíbles que tuve dentro de un estudio, pues fue en el Electric Lady Studios de Jimi Hendrix. Durante esa grabación estuvieron todos los ancestros con nosotros; Jimi Hendrix estaba allí sentado, tocando guitarra. Éramos 15 músicos y grabamos el disco todo el mundo a la vez. Cuando se acabó el último tema, que era precisamente de cantarle a los ancestros, hubo un silencio que pareció como de media hora. Sentía esa energía con los ojos cerrados, que normalmente no los cierro para tocar. Cuando los abrí, todo el mundo estaba igual, mirándose sin decir nada. Inmediatamente empecé a llorar incontrolablemente por 10 minutos. Espero que el disco salga pronto para que todo el mundo sienta esas emociones. Eso es lo bueno de grabar con todo el mundo en vivo. Este año acabo de producirle un disco a mi maestro Totin, algo que no pude hacer con mis maestros previos. Con Ricky Soler empezamos el proyecto, pero en ese momento tuve unos cambios de vida y se engavetó. En eso Ricky se enfermó y falleció en el 2013, y me quedé con eso. El año pasado Totin me dijo que tenía cáncer. ¿Se van a morir todos mis maestros? Me dijo que ya tenía experiencia con eso, con la quimioterapia, y era algo que no quería experimentar de nuevo; dijo: “olvídate, ya yo viví, que se joda”. Le dije que había alternativas, que le íbamos a hacer un disco. Entonces, hice una disquera junto con mi socio Rafael Maya que se llama EGBE Records, y producimos y acabamos de lanzar el disco “Orgánico y Medicinal” que está hermoso. Además de lo que causó, no sólo en la comunidad musical, pero en la salud de Totin; es la medicina. Este es el último proyecto que fue bien importante para mí. El lanzamiento oficial fue el 18 de mayo y recientemente salió al mundo cibernético. A la disquera EGBE Records ahora se unen dos personas: Charlie Rivas del grupo Zona de Bomba y Omar Vivoni de 181 Studios. Nuestra idea es empezar a producir más de esta música que nos gusta, tanto la folclórica como todas esas mezclas, y a todos esos grupos que hacen cosas interesantes, pero no tienen el break de sacarlas. Uno de los discos que tenemos en el tintero es el segundo disco del grupo de bomba Desde Cero de Rafael Maya, al que también pertenezco. El otro proyecto grande que tengo es IFÉ, del cual soy miembro fundador. Sacamos dos sencillos del próximo disco que saldrá pronto. Con IFÉ hicimos la primera mitad de una gira en Estados Unidos y Canadá y pronto regresaremos a Canadá a participar por segunda vez del Festival Internacional de Jazz de Montreal. Luego tenemos presentaciones en varias ciudades de los Estados Unidos y luego en el Festival Roskilde de Dinamarca, el festival de música más grande de Europa. Trabajamos fuerte para mejorar como grupo y que el show sea cada vez mejor. A la misma vez trabajo música nueva para el próximo disco. Por último, mis estudiantes de música afro-brasileña revivieron un proyecto que fundé con ellos y que tenía guardado, el Bloco Afro Oxalá, que es la formación de música de carnaval de Salvador de Bahía de Brasil. Los blocos son comunidades completas: está el que hace música, el que hace los trajes, y todo el mundo participa. Recientemente, tuvimos una presentación en El Boricua y estuvo bien buena. Así que pienso revivir el proyecto porque es bonito. No se trata del músico sino de la música. Como ves, ahora mismo estoy en un momento bien rico y sabroso. Estoy en modo creativo. La Ñapita: Descríbete con tres palabras: genuino, honesto y alegre Un libro o disco que te haya influenciado: el disco “Natty Dread” de Bob Marley & The Wailers; descubro cosas nuevas cada vez que lo escucho. Una frase o cita, tuya o de otra persona, que te gusta mucho: como decimos siempre: “África es la raíz”; eso es Totin Agosto “Arará” En años recientes, ¿qué nueva creencia, comportamiento o práctica mejoró considerablemente tu vida? Soy practicante de Ifá y en este último año establecimos un tipo de templo en mi casa que ayuda a fortalecer muchas cosas en nuestra comunidad y a mí como persona. Cuando sientes que pierdes el enfoque o la inspiración temporeramente, ¿qué haces? Coger el celular y grabar cualquier cosa. ¿Cómo se llamaría la película de tu vida? “Cambios” Un puertorriqueñ@ que admires: Gisela Rosario “Macha Colón”; es una “mujerota” Quisieras aprender a: tocar piano. Estoy brutal, un día fui a coger clases de piano, me dieron una asignación y nunca regresé porque no la hice… ¿Qué es una de las cosas más gratificantes que has hecho? Definitivamente este proyecto de “Orgánico y Medicinal” para Totin, pues me sanó una herida gigantesca. Entregarle ese regalo fue una de las cosas más hermosas que he vivido. ¿Cuál es una de las mejores inversiones recientes que has hecho? Invertí en un viajecito a la graduación de mi sobrina; se fueron de Puerto Rico después del huracán María. Se graduó con altos honores, beca presidencial y toda la vaina. Fui de sorpresa y definitivamente fue una cosa bien sabrosa. Invertir en el amor y sobre todo en el amor a la familia porque al final, no importa lo que pase, la familia es familia. Al final esa es la única gente que de verdad está ahí. ¿Cómo te relajas? Fumo cannabis, pongo música y agarro algún libro de historia del Caribe, la africanía o de cualquier cosa interesante e investigo. Quisieras que te recordaran por: Traer alegría, porque al final ese es nuestro trabajo. Esto de la música, como te dije, es la medicina para Totin que me lo dijo el otro día: “Beto, la energía del tambor y todo esto del disco son mi medicina”. Recientemente tuvimos visita en casa y yo estaba de disc jockey y puse el disco de un grupo que conocí en uno de mis viajes a Chicago que se llama Sierra Leone’s Refugee All Stars, un grupo de refugiados de la guerra civil en Sierra Leone. Surgió cuando cientos de miles de refugiados empezaron a emigrar después de las atrocidades que vivían por la guerrilla y comenzaron a establecerse en campamentos. Un reportero francés fue para allá a reportar lo que sucedía y se dio cuenta de que todas las noches había un party en una de las carpas. Una noche fue para allá y en efecto, estaban todos estos músicos con instrumentos homemade. Él los grabó y ahora esta gente viaja el mundo y son estrellas. Las letras son de todo lo que sufrieron, pero la música es súper alegre. Entonces ese era el bálsamo que tenía la comunidad de refugiados: “estamos bien jodidos, pero vamos para el party que ahí nos van a sanar”. Nosotros lo vivimos después de María. Obviamente yo no tenía trabajo, no había dónde tocar. Además de que tenías que estar metido en tu casa a las seis de la tarde. Después de no recuerdo cuánto tiempo, pero pasó mucho tiempo, estaba por el techo y dije: “no, tenemos que ir a la calle y hacer música” y empezamos a tocar por ahí. De hecho, para mi cumpleaños no había luz, ni nada. Cité a todos los rumberos a las cuatro de la tarde en el Watusi. Llegué puntual esperando que, como siempre, la gente iba a llegar a las seis; a las cuatro ya había llegado todo el mundo. Entonces esa es la medicina, está comprobado. Sigue a Beto en las redes sociales: Facebook: Beto Torrens Instagram: @betorumba
0 Comentarios
Comenzó como un juego mientras veía a otros niños más grandes que él disfrutar del deporte que poco a poco se impregnó en su cuerpo y alma hasta que vivir lejos del mar le pareció imposible. Hoy día, Rubén “Babby” Quiñones es uno de los bodyboarders profesionales más importantes de Puerto Rico; su aptitud en el deporte le ha permitido representar a la isla en competencias locales e internacionales. Aunque aún se mantiene activo en el surfing, hoy mira el océano desde otro punto de vista, a través del lente de su cámara. Babby lleva más de una década filmando vídeos y captando imágenes de surfing, pero hace alrededor de cinco años convirtió uno de sus pasatiempos en su profesión. Actualmente se dedica a fotografiar imágenes de olas y del familiar entorno que lo vio crecer, de manera que sus días comienzan y terminan en el mar en busca del tiro, la luz y el momento perfecto. Recientemente, Babby tuvo la oportunidad de participar de la exposición de fotografía SALITR3, realizada en La Respuesta. Al conversar con él, queda claro que su trayectoria como surfer lo trajo a un lugar de paz en el que vive apasionado por lo que hace, cosa que se refleja en cada una de sus fotos. A continuación, la entrevista que le hicimos a Babby en su versión editada y condensada. GDE: Babby, ¿cómo inició tu interés por el surfing? BQ: Esa primera experiencia fue gracias al lugar donde vivía en ese momento que era el condominio Mundo Feliz en Isla Verde. Empecé como a los seis años pues de todos los panitas yo era de los más chiquitos. Entonces ellos iban al agua y cuando regresaban tiraban los boogies y las tablas a la piscina para limpiarlas. Yo las cogía prestadas y me tiraba desde el borde de la piscina por vacilar. En aquel tiempo, como en el ochenta y pico, había una casa detrás de la piscina que no pertenecía al condominio. Era una casa de playa que tenía todos los juguetitos en el garaje. Allí había una tabla tirada y siempre brincaba la verja, la cogía prestada y luego la devolvía. GDE: ¿Qué de este deporte es lo más que te satisface? BQ: Primero que todo, ninguna ola se repite. Todos los días tienen un patrón y unas pueden ser similares a otras, pero ninguna se repite. Esa adrenalina de esperar por esa ola del día, que empiezas a imaginar, a saborear antes de tiempo, esa expectativa… me encanta ese feeling. GDE: ¿Qué playas, dentro o fuera de Puerto Rico, son tus favoritas para surfear? BQ: He tenido la oportunidad de practicar en un sinnúmero de lugares, pero sin duda alguna el lugar que más me encanta es Puerto Escondido. También me gusta la ola “Pipeline” en Hawaii y surfear en Islas Canarias. GDE: ¿Cómo llegaste a la fotografía? BQ: Cuando mi hermana tuvo su primer hijo mi mamá me decía: cuando tu sobrino empiece a crecer y a preguntar y le empieces a contar de todos esos lugares donde estuviste, no te va a creer porque no tienes tanta evidencia; te voy a regalar una camarita. Pero desde mucho antes ella me compraba unas camaritas desechables y a prueba de agua marca Kodak. Usaba una para tirarle fotos al pana y el pana usaba una para tirarme a mi y siempre nos intercambiábamos las fotos. Con ese relajito teníamos algo de conocimiento del timing, de dónde teníamos que estar en la ola pues con aquellas cámaras solo tenías un tiro de la ola. Después mami me regaló esa camarita que me la disfruté un montón. GDE: ¿Tomaste alguna clase de fotografía? BQ: No, todo he sido yo. Tengo amigos que me ayudan a arreglar las fotos para que se vean más lindas para la fotografía artística, que es lo que vendo. GDE: ¿Cuándo comenzaste a tomar fotos más profesionales? BQ: En realidad empecé con el vídeo. Antes de tirar fotos hacía películas de surfing. Uno de los vídeos se llama “My point of view”. Literalmente creé una pieza para montar la cámara en la tabla y filmar desde mi punto de vista. La podía meter dentro del tubo y la gente podía ver exactamente lo que veía. GDE: Que ahora todo el mundo lo hace con las GoPro. BQ: Creé la pieza antes de que existieran las GoPro. Recuerdo la primera de esas cámaras que me pusieron en las manos, se llamaba Hero. Le dije al que iba a ser el futuro distribuidor: si a esta cámara la hacen fisheye esta gente se va a hacer millonaria en segundos; literalmente pasó como lo dije. Le pusieron el lente fisheye porque no hacía sentido tener una camarita tan pequeña en las manos y apuntar como si fuera tu punto de vista, pero en realidad era como si fuera casi una 35mm. Yo decía: esta cámara de este tamaño y poder ponerla donde te dé la gana… puedes hacer algo increíble, y pasó. Pues le fui a dar un upgrade a la cámara y cuando tiré las primeras dos fotos me “jukié” al instante; poco a poco dejé de filmar. Desde que me compré la cámara llevo haciendo lo mismo por los últimos cinco años. Me adapté al océano y a las diferentes olas y a entender que, así como hay olas que se pueden surfear mejor con un equipo específico, una tabla, un longboard, un boogie, las olas también necesitan ciertos lentes para que se vean mejor. GDE: ¿Cómo te preparas para tomar las mejores fotos? BQ: No es tan difícil. Es lo mismo que hago para ir a surfear, que ya llevo más de treinta años surfeando. Mucha gente se levanta y quiere tomarse un café y leer el periódico. Yo me levanto y miro las páginas de las olas, el tamaño, el viento, las mareas, la luna, miro todo. Es un procedimiento al que estoy acostumbrado. Dependiendo de eso me dirijo al sitio. Hay olas que no necesariamente se ponen buenas para surfear, pero se ponen más interesantes para la fotografía. GDE: ¿Combinas las dos cosas? BQ: Sí, muchas veces hago las dos y muchas veces me “tilteo”, no sé cuál hacer primero. Lo que intento es llegar lo más temprano posible, de noche, cosa que hacía desde chiquito. Lo que más me gustaba era llegar y sentir la naturaleza pura, ser el primero en el agua. Hoy tengo más conocimiento y pienso que probablemente fui irresponsable, al estar solo en el océano con olas de 10, 15, 20 pies; si no te sale bien puedes pagar bien caro. Hoy la gente trata de surfear olas más grandes y los riesgos son mucho más altos. Ahora soy muy cauteloso. GDE: ¿Qué pretendes con tu fotografía? BQ: Es bien fácil tirar fotos todos los días. Una de las cosas más difíciles para mí es escoger qué mostrar en una exhibición, eso me ocupa mucho tiempo porque me gustan todas las fotos. Entonces lo que intento es llamarles la atención a las personas. Algo que trato de hacer en mis exposiciones es tener mucha variedad de colores, obviamente de los colores reales del día, de la mañana, del atardecer, del mediodía, debajo del agua, un poco de cada cosa. Eso es lo más que me llena, poder capturar esos colores. GDE: ¿Cómo las personas pueden ver y obtener tus fotos? BQ: En mi página: www.babbyq.com. También, en mi página de Instagram porque subo mucho contenido. Hay que ofrecer mucho: el mar movido, el mar picado, el mar “glaseado”, que es cuando no hay viento y parece como aceite o cristal, dentro del pasillo del tubo; eso es mucho de lo que muestro. GDE: Hace poco documentaste la increíble hazaña del ultra nadador Joel Matos que nadó de Jost Van Dyke a Fajardo para una causa benéfica. Cuéntame de tu experiencia. BQ: Eso fue increíble, fue suerte. Primero, durante el huracán Sandy conocí a una persona en el océano que estaba tirando fotos en un section en el que yo estaba. Nos mantuvimos en comunicación y un día me llama y me dice: brother, no sé lo que estás haciendo ahora mismo, pero yo tú arranco para la piscina del Caparra. Me eché a reír y le dije: ¿qué hay allí? Y me dijo: un chamaco que va a nadar por 24 horas y a ti te encanta eso. Dejé lo que hacía y arranqué para allá. Antes de conocer a Joel lo sorprendí porque estaba nadando y yo simplemente me arrimé a una esquinita y me lancé al agua. Cuando fue a pasar se asustó. Ya era de noche y ver a una persona en el fondo del agua con una cámara no es algo muy normal. Pero al final de las 24 horas logró su hazaña y yo la mía, los dos pudimos ayudar, que en ese entonces fue a beneficio de Puerto Rico Special Olympics. Nos presentamos, nos dimos las gracias mutuamente y me dijo que se comunicaba pronto pues tenían una hazaña bien demente que probablemente llamaría mi atención y me la ofreció. Dije que sí y no me arrepiento, a lo mejor es lo más entregado que he hecho en toda mi vida. Terminó siendo más grande de lo que todos pensábamos pues se presentó la posibilidad de un récord Guinness. Él tenía que nadar sin parar desde dónde empezó hasta Fajardo. Me llevé dos housings, tres cámaras grandes y dos GoPro para no tener que cambiar de batería. Monté a dos personas en la aventura para que me asistieran pues se necesitó mucha ayuda, las tuercas, sacar la cámara, chequear que el primer pietaje estuviera bien porque la travesía empezó en un atardecer. Yo agarraba una cámara y cuando me pasaba un tiro por la mente, trataba de lograrlo de acuerdo con la cámara que estuviese usando. Por ejemplo, si tenía una GoPro me iba con un longboard y un pole que creé, y me arrimaba como hasta tres pies de distancia para no molestarlo y que no se sintiera interrumpido en el océano. Ahora, en lo que chequeaba si el pietaje estaba bien, él iba por ahí a las millas, prácticamente volando. En realidad, lo demás dejo que te lo cuente Joel… GDE: ¿Qué proyectos futuros tienes? BQ: Uno de los dos más grandes que tuve recientemente fue la exposición “SALITR3” en La Respuesta, que fue todo un éxito. Estoy sumamente agradecido por la invitación que me hicieron Manny Gonzo y Salvi Colom. El otro fue lo de Joel que no estaba en agenda y fue algo increíble. Estoy tan contento y tengo un resultado… las imágenes… ya pronto verán. Ahora mismo lo que hago todos los días es documentar la naturaleza y disfrutarme lo que hago; el océano siempre tiene algo diferente que ofrecer. La Ñapita: Descríbete con tres palabras: apasionado por tres Una frase o cita, tuya o de otra persona, que te gusta mucho: siento que es mía pero ahora existe un restaurante con el nombre, “de la vida”, que es cuando coges la mejor ola del día y dices: esa era la de la vida. En años recientes, ¿qué nueva creencia, comportamiento o práctica mejoró considerablemente tu vida? Mi pareja me cambió la vida. Llevo con ella casi ocho años y definitivamente me enfoco muchísimo más. Lo que hago es totalmente lo que me gusta. Me gusta poder hacer algo relacionado con el océano que es lo que llevo viendo toda mi vida para surfearlo, pero en este caso hay muchas cosas que siempre veía y decía: wow, eso está increíble. Esa emoción de ver una ola, el amanecer, los rayos del sol atravesando el agua… y poder mostrarlo, que es lo más que amo, nunca pensé que iba a suceder. Me llena poder adornarle la vida a la gente, porque cuando me compran una pieza de una ola, de un amanecer… esa es mi vida, es lo que viví y ahora ellos lo tienen. Tengo muchos amigos que no viven en Puerto Rico y quieren tener un pedacito de la isla en sus casas y me llaman para pedirme una pieza. Para mí eso es gigante; no hay ni palabras para describirlo. Cuando sientes que pierdes el enfoque o la inspiración temporeramente, ¿qué haces? No te voy a mentir, no pierdo el enfoque. ¿Cómo se llamaría la película de tu vida? Wow, hay muchos títulos, “Lo hice todo para poder seguir surfeando”. Me quedé solo en Puerto Rico a los 15 años. En el deporte no aparecían muchos sponsors, pero sí aparecía mucha gente que me quería. Desde chiquito, más que sponsors, siempre me ayudó gente a lo largo de mi carrera. Por un tiempo trabajé en un restaurante y esa gente me veía y preguntaba cuándo era la próxima competencia. Les decía que lo más seguro no podía ir porque me faltaba algo y me decían: pasa por la oficina para que recojas un cheque y vayas a competir. Hoy día, esas mismas personas disfrutan de mis imágenes y saben que sigo en el océano, en mi pasión; eso está súper nítido. Un puertorriqueñ@ que admires: Tito Trinidad, que a veces dibujé su guante en mi tabla. Increíblemente llegué a Indonesia en el 2000, 2002, y allá la gente veía el dibujo, abrían los ojos bien grandes y decían: ese es el más duro del mundo. De verdad lo respetaban al otro lado del mundo. El otro es Joel Matos, la hazaña que hizo en Puerto Rico… y haberla vivido con él, eso es gigante. Quisieras aprender a: tirarme de un avión en paracaídas. Lo hice, pero obviamente con la persona que te asiste, pero estaría cool hacerlo solo. Fue uno de los feelings más grandes porque se sintió como surfear en el cielo. ¿Qué es una de las cosas más gratificantes que has hecho? Representar a Puerto Rico. Ganarme mi primer carro y con ese carro echar pa’lante… se sintió increíble. ¿Cuál es una de las mejores inversiones que has hecho? Mi equipo de trabajo, todo lo que utilizo para hacer imágenes nuevas y frescas. ¿Cómo te relajas? Pensando en el océano. Tengo mucha paz dentro de mí. Mi esposa se molesta cuando me quedo dormido fácilmente; me mira y me dice que no puede dormir y cuando vuelve a mirar ya estoy roncando. Quisieras que te recordaran por: mi pasión por el deporte. Sigue a Babby en las redes sociales: www.babbyq.com Facebook: Babby Quiñones Instagram: @babillas Marcos Santana Andújar nació y se crió en un albergue, pues su madre fue víctima de violencia de género. En ese espacio, rodeado de otros como él, comprendió que de alguna manera tenía que formar parte de la solución de ofrecerles mejores oportunidades a los niños que sufren algún tipo de violencia. Hoy día, Santana Andújar preside la Red por los Derechos de la Niñez y la Juventud de Puerto Rico, organización que nació en 2013 y que agrupa 104 organizaciones de niños, de los cuales 78 son albergues o facilidades grupales, que ofrecen servicios a menores sobrevivientes de maltrato en Puerto Rico. La Red es una coalición dirigida a defender los derechos de la niñez y la adolescencia, y el único colectivo que coordina, unifica y representa los albergues, instituciones y centros para menores de Puerto Rico. Con el liderazgo de Marcos, los 12 miembros de la Red trabajan incansablemente para asegurar que se escuchen las voces de los niños y adolescentes que sufren algún tipo de violencia, al colaborar estrechamente con el gobierno y otras organizaciones para cumplir con su misión de erradicar la violencia contra los niños en todos los niveles. Marcos afirma tener más de 10,000 hijos que ganó a través del amor incondicional que les regala a estos niños, quienes a su vez lo miran como su superhéroe sin capa y de ojos color esperanza que se materializa cada vez que lo necesitan. A continuación, la entrevista que le hicimos a Marcos en su versión editada y condensada. GDE: Marcos, hoy día presides la Red por los Derechos de la Niñez y la Juventud de Puerto Rico, y tú que naciste y viviste en un albergue con tu mamá, ¿por cuánto tiempo viviste en el albergue y qué fue una de las cosas que más te impactó durante tu tiempo allí? MS: Nací, crecí y viví en un albergue. Mi mamá es sobreviviente de violencia y hace más de 30 años tuvo que huir e ir a un albergue. El agresor la encontró y tuvo que moverse a otro albergue en Juncos; justamente en el que nací y pasé los primeros ocho, nueve años de mi vida. En ese espacio me di cuenta de la importancia que tenía involucrarme en los trabajos por la equidad y la paz, para que otros niños y niñas que también sufrían violencia en contextos de violencia doméstica tuvieran una oportunidad de vida. Cuando estaba en primer año de universidad, falleció la monja fundadora del hogar. Así que regresé en el 2005 como voluntario a ver cómo podía ayudar. Allí estuve 10 años; empecé como voluntario y terminé dirigiendo el hogar. Un poco antes, en el 2013, fue que decidí que lo que hacíamos en Juncos había que multiplicarlo. Fundamos la Red de Albergues, Instituciones y Centros para Menores de Puerto Rico, una coalición de albergues que poco a poco se transformó. Al igual que todo el país, los albergues de niños sufrieron un grave embate por el huracán María, con la diferencia de que los niños que estaban ubicados en los albergues vivían ahí. Nosotros, como organizaciones de servicios, no podíamos darnos el lujo de decir: lo que viene es muy fuerte, vamos a cerrar y abrimos cuando pase. Pasamos el huracán en los albergues con los niños y cuando pudimos salir, recuerdo que fui albergue por albergue para ver que los niños y las monjas que trabajan en éstos estuvieran bien. Entonces vino la tarea más difícil, buscar recursos. Estábamos muy desesperados porque el gobierno tenía demasiado en las manos. Cargué agua de un albergue a otro hasta que lentamente se fue normalizando la situación. En ese proceso de ir a los albergues a llevar suministros, nos dimos cuenta de que había más niños con muchos más problemas fuera de los albergues. Así que ahí surgió el cambio de nombre de Red de Albergues, Instituciones y Centros para Menores de Puerto Rico, a Red por los Derechos de la Niñez y la Juventud de Puerto Rico. Nuestra misión y propósito es erradicar la violencia contra los niños y niñas en todos los niveles. Como parte de la experiencia tan dolorosa que tuvimos, nunca olvidaré el día en que llegando a Adjuntas vimos un grupo de niños que bailaba al ritmo del trimmer, del pico y la pala. ¡Qué capacidad de resiliencia tienen nuestros niños! Mi cuerpo y mi mente estaban agotados, los recursos no llegaban, pero había que continuar. GDE: ¿Cuáles son algunos de los mayores retos que enfrenta la organización? ¿Cómo se pueden solucionar? MS: Creo que lo primero y más importante es el tema de la sostenibilidad, de cómo conseguir recursos económicos para poder mantener los programas, para los servicios a los niños y para la operación de la organización. Durante el mes de abril estuvimos reclamándole al gobierno para que se establezcan políticas públicas dirigidas a erradicar la pobreza infantil, a invertir en proyectos de prevención evidenciados como los estamos implementando nosotros. También hicimos acercamientos a fundaciones norteamericanas y de otro tipo para ir acercando recursos. En segundo lugar, el tipo de violencia que hoy día recibimos en los albergues es descomunal. Los casos son como nunca antes vistos; infantes con el fémur roto, con un parcho en un ojo, niñas de cinco, seis, siete años abusadas sexualmente con unos contextos bien complejos. También vemos niños y niñas en el mundo del narcotráfico y cómo sus cuerpos se utilizan como arma de guerra para transportar drogas. Entonces los casos son mucho más complejos que hace algún tiempo y es un gran problema que para abordarlo, hay que cambiar las políticas públicas. En tercer lugar, las instituciones llamadas a proteger las familias y la niñez se desarrollaron para un momento en la historia y la realidad ahora es otra. La respuesta tiene que ser interagencial, entre organizaciones como nosotros, el gobierno y la empresa privada, pero para que sea efectiva tiene que ser coordinada y articulada. Este el tercer reto, atemperar todas las instituciones para proveer una mejor respuesta articulada. GDE: Por la naturaleza de tu trabajo ves casos muy fuertes de violencia hacia niños. ¿Cómo te preparas emocionalmente para continuar con tu labor? MS: Después de 13 años todavía lloro cada vez que llega un caso, y quiero seguir llorando porque no quiero perder la sensibilidad. Pero sí, ciertamente nos afecta mucho y siempre tratamos de encontrar un balance, pero los mismos niños nos sanan. Mira, lo que pasa dentro de un albergue es como una cajita de resonancia de música. Imagínate una caja de resonancia cerrada y ahí adentro se escuchan las voces de los niños, sus historias de dolor, su sufrimiento, sueños y alegrías. Sus voces hacen diálogo con las nuestras, con los adultos, con los psicólogos y psicólogas, trabajadores sociales y todo el personal. Esas voces tejen redes que no sólo sanan las heridas del maltrato, sino que también alivian ese trauma vicario que cargamos por años los que proveemos servicios. Cuando estas redes se tejen y los niños vuelven a confiar en sí mismos y en los adultos, vuelven a sonreír y a soñar, esa caja se abre y sale música otra vez. Eso es lo que en gran medida nos reconforta. Ver cómo culminan los casos, cómo los adoptan, cómo vuelven a una familia segura. Cada vez que veo que un caso culmina bien para un niño me alivia y me echa gasolina. Nosotros siempre les decimos a los padres y a los cuidadores: hay que echarle gasolina al tanque. Cuando veo que a los niños se les solucionan los problemas que han sufrido en sus vidas, me recargo. Tuvimos el encuentro con 30 mujeres que fueron niñas en albergues; sus historias, los pequeños logros me reconfortan. Hace unos meses llegó un niño de seis años que no hablaba ni caminaba bien porque pasó mucho tiempo en un play yard. Ver cómo poco a poco el niño habla y camina, eso me llena de mucho amor. También tengo una relación muy especial con Dios, con el componente espiritual, y saco mucho espacio para recargarme, para dedicarle a mi familia; eso también me ayuda mucho. GDE: Quisiera que compartieras una de las tantas historias que te impactaron positivamente. MS: Hay un caso de una niña que estuvo en 42 hogares. Luego de sufrir los peores abusos en su casa, pasó de hogar en hogar. La niña logró entrar a la universidad, estudiar, trabajar, y ahora tiene su familia. Hace unos meses estuve en Nueva York donde conocí a un joven, Ghabriello, que durante su niñez vivió en 11 hogares; fue abusado por su padre y después de removerlo del hogar fue llevado a un hogar de crianza, que no es lo mismo que un albergue. Los albergues son instituciones y los hogares de crianza son casas de familias. En el hogar de crianza también sufrió abuso. A pesar de eso, cuando tuvo edad para entrar a la universidad lo aceptaron en el Colegio de Mayagüez donde estudió ingeniería. Anterior a eso, una familia fue a adoptarlo y en aquel momento la trabajadora social le dijo a la familia que tratara de mantenerlo en cosas de matemáticas e historia, nada de artes, porque tenía una tendencia homosexual. Él quería estudiar arte y no se detuvo. Cuando se graduó de Mayagüez decidió ir a Nueva York a estudiar moda. Hoy vive en Nueva York y es una promesa de la moda. La vida de Ghabriello es impresionante, a mí me recargó mucho porque hoy hace lo que ama y es un hombre feliz, que es lo que nosotros justamente queremos que pase. Me siento como si tuviera 10,000 hijos. Sé quién está hospitalizado, quién pasó el kínder, quién no lo pasó, voy a los cumpleaños, a los juegos de pelota, a los field days… Estoy convencido de que, entre tantas otras cosas, nuestros niños lo que necesitan son unos elementos esenciales como: generar vínculos de seguridad y apego, tener acceso a oportunidades, y tener quién crea en ellos. Si en la receta de lo que necesitan tienen esos tres elementos, van a superar ese tramo crítico de violencia de sus vidas. GDE: Mencióname algunos logros recientes de la Red. MS: En primer lugar, el año pasado servimos a 3,000 niños y niñas en diferentes programas y atendimos a 400 familias a través de nuestro componente de capacitación y adiestramiento para padres, madres y cuidadores, para mejorar las destrezas de crianza y así mitigar los eventos de violencia. Además, publicamos la “Primera guía de recomendaciones para la protección de la niñez en emergencias o desastres naturales en Puerto Rico” que se presentó al poder ejecutivo legislativo. Una de esas recomendaciones ya se convirtió en ley, que es establecer un protocolo acerca de qué va a pasar cuando ocurra un desastre en las escuelas. Hemos incidido en políticas públicas importantes para la niñez como lo es la ley de adopción, para la cual básicamente propusimos todos los componentes del reglamento. También logramos el organismo más articulado de atención al problema de maltrato infantil. Tenemos 104 centros en 32 municipios articulados y ese es el mayor logro porque coordinar esfuerzos en Puerto Rico, donde hay una cultura a trabajar por separado, es bien duro. Logramos establecer el primer proyecto para la atención de hijos e hijas de víctimas de violencia doméstica. En Puerto Rico no hay política pública que establezca la recopilación de datos de los niños y niñas que sufren violencia en el contexto de la violencia de género. Se nos hizo muy difícil conseguir fondos para establecer un proyecto que diera servicios y el año pasado lo logramos. Tenemos APAME, un proyecto de apoyo psicosocial a menores que trabaja con niños y niñas en contextos de violencia doméstica. Nuestro proyecto es pionero porque en Puerto Rico no había estadísticas. Los empezamos a identificar cuando llegaban a los albergues referidos por negligencia educativa. Además, logramos que la Senadora Itzamar Peña integrara una enmienda a la Ley 54 para que cuando haya violencia doméstica se cancelen las relaciones filiales y los niños queden protegidos. Otro proyecto que ya rinde frutos es la mesa asesora de niñez y juventud que establecimos el año pasado para que los niños y jóvenes de las comunidades compartieran sus preocupaciones y cómo podían resolverlas. Dedicamos un año a visitar escuelas y comunidades y ya los niños y jóvenes de la mesa plantean propuestas concretas. Entre jóvenes y niños de diversos municipios decidieron que la prioridad es que se debía mejorar e invertir en la educación. Ese proyecto de acompañar a los jóvenes para que su voz se escuche es otro gran logro del que sin duda estamos súper orgullosos. Otro logro que está a punto de caramelo es que luego del huracán María descubrimos que había muchos niños que después de los 18 años se van de los albergues porque así lo indica la ley. Quedan en la calle porque los hombres de 18 a 24 años no pueden firmar contrato con vivienda pública. En una escuela abandonada que se nos traspasó en junio, vamos a inaugurar el primer proyecto de vivienda y servicios a jóvenes sin hogar que se llamará Casa Ramón. GDE: ¿Algo más que quieras compartir? MS: Enfatizar que todo el mundo tiene la responsabilidad de denunciar la violencia contra los niños; nos toca todos. La Ñapita: Descríbete con tres palabras: ¿Tiene que ser con una palabra? Soñador, trabajador empedernido y un ser humano que apuesta, sueña y trabaja por un mejor país. Ese soy yo y por eso es por lo que me levanto todos los días. Un libro o disco que te haya influenciado: Lo leí recientemente, el libro de la historia de mi mamá, Elizabeth Andújar, pero no te puedo decir más porque lo va a publicar pronto. Una frase o cita, tuya o de otra persona, que te gusta mucho: Lo digo todos los días, al equipo y a mí: hay que acompañar a los niños con amor y alegría, y el día que no lo podamos hacer con amor y alegría tenemos que irnos. ¿Cuál es un hábito poco usual o manía que tienes? Me preparo para todo, para propuestas, entrevistas, tomo notas, hago presupuestos y cosas importantes en servilletas. Eso lo aprendí de mi papá adoptivo que falleció hace un tiempo. En años recientes, ¿qué nueva creencia, comportamiento o práctica mejoró considerablemente tu vida? Siempre he creído en el trabajo colectivo, pero después del huracán María me di cuenta del gran valor que tienen dos cosas: el trabajo en alianza y el poder que tienen las artes y la cultura para la sanación de cualquier tipo de violencia. Si hubieras podido cambiar un aspecto de tu niñez, ¿qué habrías alterado? Nada Un puertorriqueñ@ que admires: Elizabeth Andújar, mi madre ¿Qué es una de las cosas más gratificantes que has hecho? Nunca lo voy a olvidar. En el 2005 tuve la oportunidad de viajar a una Jornada Mundial de la Juventud para un encuentro de jóvenes con el Papa, que en aquel momento era Benedicto XVI. Fui a una escuela de niños con autismo a hacer trabajo comunitario. Cuando terminamos, fue hermoso cómo los niños nos decían: no te vayas, gracias. Esa experiencia de haber estado ahí y conocer sobre el tema del autismo, que en aquel momento no sabía nada, marcó mi vida. Ese fue un momento importante, pero siento satisfacción cada vez que un niño sonríe. Quisieras aprender a: quisiera aprender algo nuevo todos los días, lo que sea. ¿Qué te inspira? La niñez, la juventud, verlos salir hacia adelante, verlos cuando llegan maltratados por la violencia, pero siguen apostando al amor. Siempre nos dicen “yo quiero a mi mamá”, aunque la mamá haya sido la abusadora. La niñez siempre apuesta por la esperanza y me inspira verlos luchar por un país distinto. Quisieras que te recordaran por: que la gente cuando me recuerde diga: coño, Marcos vivió sus días tratando de pintar una patria nueva desde el amor. Sigue a la Red por los Derechos de la Niñez y Juventud de Puerto Rico en las redes sociales: Facebook: Red por los Derechos de la Niñez y Juventud de Puerto Rico Twitter: @redenijpr Instagram: @redenijpr La Red necesita el apoyo económico y de voluntarios para completar su proyecto de vivienda y servicios a jóvenes sin hogar, Casa Ramón. Para donar, pueden hacerlo a través de PayPal: alberguespr, o en la sección de donar de ATH móvil: alberguespr. |
Categorías
Todo
Entrevistas
Diciembre 2020
|