Marcos Santana Andújar nació y se crió en un albergue, pues su madre fue víctima de violencia de género. En ese espacio, rodeado de otros como él, comprendió que de alguna manera tenía que formar parte de la solución de ofrecerles mejores oportunidades a los niños que sufren algún tipo de violencia. Hoy día, Santana Andújar preside la Red por los Derechos de la Niñez y la Juventud de Puerto Rico, organización que nació en 2013 y que agrupa 104 organizaciones de niños, de los cuales 78 son albergues o facilidades grupales, que ofrecen servicios a menores sobrevivientes de maltrato en Puerto Rico. La Red es una coalición dirigida a defender los derechos de la niñez y la adolescencia, y el único colectivo que coordina, unifica y representa los albergues, instituciones y centros para menores de Puerto Rico. Con el liderazgo de Marcos, los 12 miembros de la Red trabajan incansablemente para asegurar que se escuchen las voces de los niños y adolescentes que sufren algún tipo de violencia, al colaborar estrechamente con el gobierno y otras organizaciones para cumplir con su misión de erradicar la violencia contra los niños en todos los niveles. Marcos afirma tener más de 10,000 hijos que ganó a través del amor incondicional que les regala a estos niños, quienes a su vez lo miran como su superhéroe sin capa y de ojos color esperanza que se materializa cada vez que lo necesitan. A continuación, la entrevista que le hicimos a Marcos en su versión editada y condensada. GDE: Marcos, hoy día presides la Red por los Derechos de la Niñez y la Juventud de Puerto Rico, y tú que naciste y viviste en un albergue con tu mamá, ¿por cuánto tiempo viviste en el albergue y qué fue una de las cosas que más te impactó durante tu tiempo allí? MS: Nací, crecí y viví en un albergue. Mi mamá es sobreviviente de violencia y hace más de 30 años tuvo que huir e ir a un albergue. El agresor la encontró y tuvo que moverse a otro albergue en Juncos; justamente en el que nací y pasé los primeros ocho, nueve años de mi vida. En ese espacio me di cuenta de la importancia que tenía involucrarme en los trabajos por la equidad y la paz, para que otros niños y niñas que también sufrían violencia en contextos de violencia doméstica tuvieran una oportunidad de vida. Cuando estaba en primer año de universidad, falleció la monja fundadora del hogar. Así que regresé en el 2005 como voluntario a ver cómo podía ayudar. Allí estuve 10 años; empecé como voluntario y terminé dirigiendo el hogar. Un poco antes, en el 2013, fue que decidí que lo que hacíamos en Juncos había que multiplicarlo. Fundamos la Red de Albergues, Instituciones y Centros para Menores de Puerto Rico, una coalición de albergues que poco a poco se transformó. Al igual que todo el país, los albergues de niños sufrieron un grave embate por el huracán María, con la diferencia de que los niños que estaban ubicados en los albergues vivían ahí. Nosotros, como organizaciones de servicios, no podíamos darnos el lujo de decir: lo que viene es muy fuerte, vamos a cerrar y abrimos cuando pase. Pasamos el huracán en los albergues con los niños y cuando pudimos salir, recuerdo que fui albergue por albergue para ver que los niños y las monjas que trabajan en éstos estuvieran bien. Entonces vino la tarea más difícil, buscar recursos. Estábamos muy desesperados porque el gobierno tenía demasiado en las manos. Cargué agua de un albergue a otro hasta que lentamente se fue normalizando la situación. En ese proceso de ir a los albergues a llevar suministros, nos dimos cuenta de que había más niños con muchos más problemas fuera de los albergues. Así que ahí surgió el cambio de nombre de Red de Albergues, Instituciones y Centros para Menores de Puerto Rico, a Red por los Derechos de la Niñez y la Juventud de Puerto Rico. Nuestra misión y propósito es erradicar la violencia contra los niños y niñas en todos los niveles. Como parte de la experiencia tan dolorosa que tuvimos, nunca olvidaré el día en que llegando a Adjuntas vimos un grupo de niños que bailaba al ritmo del trimmer, del pico y la pala. ¡Qué capacidad de resiliencia tienen nuestros niños! Mi cuerpo y mi mente estaban agotados, los recursos no llegaban, pero había que continuar. GDE: ¿Cuáles son algunos de los mayores retos que enfrenta la organización? ¿Cómo se pueden solucionar? MS: Creo que lo primero y más importante es el tema de la sostenibilidad, de cómo conseguir recursos económicos para poder mantener los programas, para los servicios a los niños y para la operación de la organización. Durante el mes de abril estuvimos reclamándole al gobierno para que se establezcan políticas públicas dirigidas a erradicar la pobreza infantil, a invertir en proyectos de prevención evidenciados como los estamos implementando nosotros. También hicimos acercamientos a fundaciones norteamericanas y de otro tipo para ir acercando recursos. En segundo lugar, el tipo de violencia que hoy día recibimos en los albergues es descomunal. Los casos son como nunca antes vistos; infantes con el fémur roto, con un parcho en un ojo, niñas de cinco, seis, siete años abusadas sexualmente con unos contextos bien complejos. También vemos niños y niñas en el mundo del narcotráfico y cómo sus cuerpos se utilizan como arma de guerra para transportar drogas. Entonces los casos son mucho más complejos que hace algún tiempo y es un gran problema que para abordarlo, hay que cambiar las políticas públicas. En tercer lugar, las instituciones llamadas a proteger las familias y la niñez se desarrollaron para un momento en la historia y la realidad ahora es otra. La respuesta tiene que ser interagencial, entre organizaciones como nosotros, el gobierno y la empresa privada, pero para que sea efectiva tiene que ser coordinada y articulada. Este el tercer reto, atemperar todas las instituciones para proveer una mejor respuesta articulada. GDE: Por la naturaleza de tu trabajo ves casos muy fuertes de violencia hacia niños. ¿Cómo te preparas emocionalmente para continuar con tu labor? MS: Después de 13 años todavía lloro cada vez que llega un caso, y quiero seguir llorando porque no quiero perder la sensibilidad. Pero sí, ciertamente nos afecta mucho y siempre tratamos de encontrar un balance, pero los mismos niños nos sanan. Mira, lo que pasa dentro de un albergue es como una cajita de resonancia de música. Imagínate una caja de resonancia cerrada y ahí adentro se escuchan las voces de los niños, sus historias de dolor, su sufrimiento, sueños y alegrías. Sus voces hacen diálogo con las nuestras, con los adultos, con los psicólogos y psicólogas, trabajadores sociales y todo el personal. Esas voces tejen redes que no sólo sanan las heridas del maltrato, sino que también alivian ese trauma vicario que cargamos por años los que proveemos servicios. Cuando estas redes se tejen y los niños vuelven a confiar en sí mismos y en los adultos, vuelven a sonreír y a soñar, esa caja se abre y sale música otra vez. Eso es lo que en gran medida nos reconforta. Ver cómo culminan los casos, cómo los adoptan, cómo vuelven a una familia segura. Cada vez que veo que un caso culmina bien para un niño me alivia y me echa gasolina. Nosotros siempre les decimos a los padres y a los cuidadores: hay que echarle gasolina al tanque. Cuando veo que a los niños se les solucionan los problemas que han sufrido en sus vidas, me recargo. Tuvimos el encuentro con 30 mujeres que fueron niñas en albergues; sus historias, los pequeños logros me reconfortan. Hace unos meses llegó un niño de seis años que no hablaba ni caminaba bien porque pasó mucho tiempo en un play yard. Ver cómo poco a poco el niño habla y camina, eso me llena de mucho amor. También tengo una relación muy especial con Dios, con el componente espiritual, y saco mucho espacio para recargarme, para dedicarle a mi familia; eso también me ayuda mucho. GDE: Quisiera que compartieras una de las tantas historias que te impactaron positivamente. MS: Hay un caso de una niña que estuvo en 42 hogares. Luego de sufrir los peores abusos en su casa, pasó de hogar en hogar. La niña logró entrar a la universidad, estudiar, trabajar, y ahora tiene su familia. Hace unos meses estuve en Nueva York donde conocí a un joven, Ghabriello, que durante su niñez vivió en 11 hogares; fue abusado por su padre y después de removerlo del hogar fue llevado a un hogar de crianza, que no es lo mismo que un albergue. Los albergues son instituciones y los hogares de crianza son casas de familias. En el hogar de crianza también sufrió abuso. A pesar de eso, cuando tuvo edad para entrar a la universidad lo aceptaron en el Colegio de Mayagüez donde estudió ingeniería. Anterior a eso, una familia fue a adoptarlo y en aquel momento la trabajadora social le dijo a la familia que tratara de mantenerlo en cosas de matemáticas e historia, nada de artes, porque tenía una tendencia homosexual. Él quería estudiar arte y no se detuvo. Cuando se graduó de Mayagüez decidió ir a Nueva York a estudiar moda. Hoy vive en Nueva York y es una promesa de la moda. La vida de Ghabriello es impresionante, a mí me recargó mucho porque hoy hace lo que ama y es un hombre feliz, que es lo que nosotros justamente queremos que pase. Me siento como si tuviera 10,000 hijos. Sé quién está hospitalizado, quién pasó el kínder, quién no lo pasó, voy a los cumpleaños, a los juegos de pelota, a los field days… Estoy convencido de que, entre tantas otras cosas, nuestros niños lo que necesitan son unos elementos esenciales como: generar vínculos de seguridad y apego, tener acceso a oportunidades, y tener quién crea en ellos. Si en la receta de lo que necesitan tienen esos tres elementos, van a superar ese tramo crítico de violencia de sus vidas. GDE: Mencióname algunos logros recientes de la Red. MS: En primer lugar, el año pasado servimos a 3,000 niños y niñas en diferentes programas y atendimos a 400 familias a través de nuestro componente de capacitación y adiestramiento para padres, madres y cuidadores, para mejorar las destrezas de crianza y así mitigar los eventos de violencia. Además, publicamos la “Primera guía de recomendaciones para la protección de la niñez en emergencias o desastres naturales en Puerto Rico” que se presentó al poder ejecutivo legislativo. Una de esas recomendaciones ya se convirtió en ley, que es establecer un protocolo acerca de qué va a pasar cuando ocurra un desastre en las escuelas. Hemos incidido en políticas públicas importantes para la niñez como lo es la ley de adopción, para la cual básicamente propusimos todos los componentes del reglamento. También logramos el organismo más articulado de atención al problema de maltrato infantil. Tenemos 104 centros en 32 municipios articulados y ese es el mayor logro porque coordinar esfuerzos en Puerto Rico, donde hay una cultura a trabajar por separado, es bien duro. Logramos establecer el primer proyecto para la atención de hijos e hijas de víctimas de violencia doméstica. En Puerto Rico no hay política pública que establezca la recopilación de datos de los niños y niñas que sufren violencia en el contexto de la violencia de género. Se nos hizo muy difícil conseguir fondos para establecer un proyecto que diera servicios y el año pasado lo logramos. Tenemos APAME, un proyecto de apoyo psicosocial a menores que trabaja con niños y niñas en contextos de violencia doméstica. Nuestro proyecto es pionero porque en Puerto Rico no había estadísticas. Los empezamos a identificar cuando llegaban a los albergues referidos por negligencia educativa. Además, logramos que la Senadora Itzamar Peña integrara una enmienda a la Ley 54 para que cuando haya violencia doméstica se cancelen las relaciones filiales y los niños queden protegidos. Otro proyecto que ya rinde frutos es la mesa asesora de niñez y juventud que establecimos el año pasado para que los niños y jóvenes de las comunidades compartieran sus preocupaciones y cómo podían resolverlas. Dedicamos un año a visitar escuelas y comunidades y ya los niños y jóvenes de la mesa plantean propuestas concretas. Entre jóvenes y niños de diversos municipios decidieron que la prioridad es que se debía mejorar e invertir en la educación. Ese proyecto de acompañar a los jóvenes para que su voz se escuche es otro gran logro del que sin duda estamos súper orgullosos. Otro logro que está a punto de caramelo es que luego del huracán María descubrimos que había muchos niños que después de los 18 años se van de los albergues porque así lo indica la ley. Quedan en la calle porque los hombres de 18 a 24 años no pueden firmar contrato con vivienda pública. En una escuela abandonada que se nos traspasó en junio, vamos a inaugurar el primer proyecto de vivienda y servicios a jóvenes sin hogar que se llamará Casa Ramón. GDE: ¿Algo más que quieras compartir? MS: Enfatizar que todo el mundo tiene la responsabilidad de denunciar la violencia contra los niños; nos toca todos. La Ñapita: Descríbete con tres palabras: ¿Tiene que ser con una palabra? Soñador, trabajador empedernido y un ser humano que apuesta, sueña y trabaja por un mejor país. Ese soy yo y por eso es por lo que me levanto todos los días. Un libro o disco que te haya influenciado: Lo leí recientemente, el libro de la historia de mi mamá, Elizabeth Andújar, pero no te puedo decir más porque lo va a publicar pronto. Una frase o cita, tuya o de otra persona, que te gusta mucho: Lo digo todos los días, al equipo y a mí: hay que acompañar a los niños con amor y alegría, y el día que no lo podamos hacer con amor y alegría tenemos que irnos. ¿Cuál es un hábito poco usual o manía que tienes? Me preparo para todo, para propuestas, entrevistas, tomo notas, hago presupuestos y cosas importantes en servilletas. Eso lo aprendí de mi papá adoptivo que falleció hace un tiempo. En años recientes, ¿qué nueva creencia, comportamiento o práctica mejoró considerablemente tu vida? Siempre he creído en el trabajo colectivo, pero después del huracán María me di cuenta del gran valor que tienen dos cosas: el trabajo en alianza y el poder que tienen las artes y la cultura para la sanación de cualquier tipo de violencia. Si hubieras podido cambiar un aspecto de tu niñez, ¿qué habrías alterado? Nada Un puertorriqueñ@ que admires: Elizabeth Andújar, mi madre ¿Qué es una de las cosas más gratificantes que has hecho? Nunca lo voy a olvidar. En el 2005 tuve la oportunidad de viajar a una Jornada Mundial de la Juventud para un encuentro de jóvenes con el Papa, que en aquel momento era Benedicto XVI. Fui a una escuela de niños con autismo a hacer trabajo comunitario. Cuando terminamos, fue hermoso cómo los niños nos decían: no te vayas, gracias. Esa experiencia de haber estado ahí y conocer sobre el tema del autismo, que en aquel momento no sabía nada, marcó mi vida. Ese fue un momento importante, pero siento satisfacción cada vez que un niño sonríe. Quisieras aprender a: quisiera aprender algo nuevo todos los días, lo que sea. ¿Qué te inspira? La niñez, la juventud, verlos salir hacia adelante, verlos cuando llegan maltratados por la violencia, pero siguen apostando al amor. Siempre nos dicen “yo quiero a mi mamá”, aunque la mamá haya sido la abusadora. La niñez siempre apuesta por la esperanza y me inspira verlos luchar por un país distinto. Quisieras que te recordaran por: que la gente cuando me recuerde diga: coño, Marcos vivió sus días tratando de pintar una patria nueva desde el amor. Sigue a la Red por los Derechos de la Niñez y Juventud de Puerto Rico en las redes sociales: Facebook: Red por los Derechos de la Niñez y Juventud de Puerto Rico Twitter: @redenijpr Instagram: @redenijpr La Red necesita el apoyo económico y de voluntarios para completar su proyecto de vivienda y servicios a jóvenes sin hogar, Casa Ramón. Para donar, pueden hacerlo a través de PayPal: alberguespr, o en la sección de donar de ATH móvil: alberguespr.
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Diciembre 2020
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