Al conversar con el dramaturgo Pedro Rodiz queda claro que nació para el teatro y que se ha dado a la tarea de llevar los sombreros necesarios para, en medio de cualquier crisis, lograr que el teatro mantenga su lugar como una de las principales plataformas culturales de Puerto Rico. Pedro, quien también es director y actor, ha recibido prestigiosos laureles por algunas de sus obras de teatro como: Premio Nacional de Dramaturgia otorgado por el Pen Club de Puerto Rico Internacional, por Deus ex machina en el 2015; primer premio del Certamen de Dramaturgia del Instituto de Cultura Puertorriqueña (ICP) en el 2011 por Sofía de la cual fue co-autor, y Mención de Honor en el Certamen de Dramaturgia del ICP por El chicle de Britney Spears en el 2005. A continuación, la entrevista que le realizamos a Pedro en su versión editada y condensada.
GDE: Hola Pedro, ¿cómo estás? PR: Bien, saludos, ¿y tú como estás? GDE: Muy bien. Gracias por acceder a formar parte de este proyecto. Tengo entendido que uno de tus recientes trabajos, la comedia Tipos, causó tal sensación que se abrieron funciones adicionales en Musas & Eventos. Háblame de Tipos. PR: Somos tres amigos, tres dramaturgos, directores, actores y otras cosas que aparezcan por el camino… Nos reunimos en el 2004 y trabajamos un proyecto que se llamó El local acerca de tres actores de teatro que compran un local y les va mal. Después de eso cada cual siguió su carrera artística y nos encontramos hace como año y medio y dijimos: deberíamos hacer algo juntos. Inicialmente, íbamos a hacer una segunda parte de El local pero en el proceso decidimos hacer nuevamente El local. Algo pasó que no pudimos y se nos ocurrió hacer algo intermedio que se llamara Tipos, de estos tres tipos que se reúnen y hacen un espectáculo con canciones, magia, actuación, etcétera. GDE: ¿Entre los tres escribieron el libreto? PR: Entre los tres hicimos la primera temporada que consistía de magia, sketches, canciones, etcétera, y siempre se hace entre los tres porque cada cual tiene una estética individual. Pero cuando nos juntamos, escribimos, y de ahí salió la estética de Tipos. GDE: ¿Cuál fue tu motivación al incursionar en el mundo de la dramaturgia? PR: Entré a la Universidad de Puerto Rico por actuación pero no lo tenía muy claro, era un niño. No fue hasta el final que cogí una clase de dirección escénica teatral para ser director, y a la misma vez abrieron una clase electiva de dramaturgia que no se ofrecía hacía mucho tiempo. Decidí coger ambas pues se complementaban. Quienes estaban en la clase de dirección escénica tenían que montar las obras de los de la clase de dramaturgia. En la clase de dirección descubrí que lo que realmente quería ser era director, no actor, pero a la misma vez, en la clase de dramaturgia descubrí que tenía habilidad para la escritura pero no le di tanta importancia. Con los años, escribía paralelo a la dirección pero dirigía más de lo que escribía, no tenía tanto interés en ser dramaturgo. Pasaron los años y me di cuenta de que lo que me más interesaba era que lo que montaba como obras de teatro de otra gente no decía lo que yo quería decir como persona y como artista, y empecé a escribir más. Entonces se dio el proceso a la inversa, de ser director dije: no, yo lo que quiero ser es dramaturgo, pero como no tenía quién me montara las obras pasé a montar mis propias obras. Luego pasé a ser dramaturgo y a escribir muchas obras de teatro. GDE: ¿Te acuerdas de la primera obra que escribiste? PR: Sí, una obra titulada Cuando el mar zurca en el desierto, una versión de Romeo y Julieta en el medio oriente; ella era judía, él palestino y se reencuentran y enamoran. En ese momento yo no tenía idea de cuál era el conflicto de Israel con Palestina, lo único que tenía para buscar información eran las enciclopedias. El tema no pasa de moda; el conflicto continúa. Hace dos años tuve la oportunidad de ponerla nuevamente en escena en El Ateneo Puertorriqueño, la actualicé y le cambié el título a “Desierto”. GDE: Durante el transcurso de tu carrera, ¿quiénes te influenciaron? ¿Tuviste mentores? PR: Wow, válgame. Ha pasado mucha gente porque la dramaturgia… aquí en Puerto Rico tenemos una situación… vamos a empezar por ahí, no existen estudios formales en dramaturgia. Yo cogí un curso que ofreció José Luis Ramos Escobar, una primera influencia, a él le debo esta oportunidad de poder escribir. Pero yo te diría que más que nada, la influencia llega viendo, haciendo y la necesidad del día a día de qué quieres hacer. Tuve la bendición de ser director, eso me ayuda a la hora de construir una obra de teatro porque sé lo que funciona sobre el escenario y creo que más que nadie, es la vida de donde más influencias recibes. Ya después cuando nació mi hijo Daniel, eso me dio un por qué hacer. Qué tipo de obras quiero hacer y los temas cambian porque el día a día junto a él hace cambiar y cambian las perspectivas, las cosas que tienes que decir. También ver festivales de teatros de otros países. Ver que lo que escriben no necesariamente es lo que se escribe en Puerto Rico pero te das cuenta de que hay puntos de encuentro. GDE: ¿Qué obras de teatro te marcaron o impresionaron? PR: En abril estuve en el Festival Iberoamericano de Bogotá y vi tres proyectos que me volaron la cabeza. La primera fue una obra europea acerca de unos refugiados musulmanes, una obra muy fuerte que me dejó sin aire. De alguna manera ellos sienten que el cristianismo europeo se ha beneficiado de la manipulación o del maltrato hacia los musulmanes. Entonces dices: diantre, qué lejano está ese asunto de nosotros porque no nos llega, no tenemos noticias siquiera. Sin embargo, es una realidad que ellos viven. Otro proyecto era de Italia, una versión de Macbeth. Un trabajo tan extraordinario, ver cómo jugaban con las sombras y cada escena se montaba como si fuese una obra independiente; una obra magistral. Y entonces vi un proyecto colombiano, Labio de liebre, que no es otra cosa que labio leporino y eso fue un texto extraordinario, un proyecto muy interesante en términos de construcción dramática. GDE: ¿Cómo describes tu proceso creativo? PR: Llega de muchas maneras y cada obra arriba con su propio librito. Me explico, se me ocurre una idea, luego pienso: ¿cómo pongo estos personajes a interactuar? Por ejemplo, escribí un proyecto llamado Deus ex machina. Un día me llamó Roberto Ramos Perea y me preguntó si tenía algo para llevar al Ateneo. Yo dije: sí, tengo una obra. No tenía nada. Lo que tenía era una idea, una imagen de Cristo en el día 35 en el desierto, apestado, que no quería hacer nada y de pronto se le aparece el diablo y empiezan a hablar de arquitectura, rompiendo por completo con la tradición del bien y el mal. Eran dos panas que hablaban y de ahí surge esa obra. Entonces se me ocurre: qué pasaría si es en el presente, porque en el pasado la Biblia me daba unas camisas de fuerza que no me permitían moverme mucho. Tenía que sacarlo de contexto. El diablo clona a Cristo y lo mete en un laboratorio y lo tiene como un hamster dando vueltas. Lo droga y le hace creer que está en el día 35; eso me dio la posibilidad de hacer una propuesta atrevidísima. Cristo como personaje literario es muy interesante, se le puede sacar mucho partido. Sin embargo, por el asunto religioso no se puede tocar. En ese sentido te diría que mi dramaturgia en este momento es tipo mina, caminas confiado y pisas una mina y después de que estás ahí no puedes sacar el pie porque explota. En la obra hablo un poco de teología, un poco atrevido de mi parte. Hablo sobre el silencio de Dios por tantos siglos. Doy mi teoría de que cuando Cristo regresa a la Trinidad, regresa como un híbrido, ya no es el mismo ser puro que vino y no se puede fusionar con la Trinidad. Es un invento mío; tal vez terminaré en una parrillada (se ríe a carcajadas). Hay veces en que la historia me llega. Por ejemplo, una de las últimas historias que escribí, El arcángel de los perros, surgió al llegarme una confidencia de que se daba un asunto de prostitución con perros. La confidencia llegó a gente que se dedica a defender los animales y el asunto llegó a oídos del FBI. Pero todo era callado, al igual que con las peleas de perro. Todo es bien clandestino, nadie sabe, se mueve mucho dinero. Entonces dije: eso es una buena idea para escribir. Así es que comienza mi proceso, escribo a partir de qué pasaría… ese es mi estilo. Qué pasaría si eso ocurriera aquí en Puerto Rico; qué pasaría si la persona involucrada en eso es un rescatista de perros; qué pasaría si de pronto llega otra persona a hacerle una propuesta de esta naturaleza, cuánto estaría dispuesto a ceder. A partir de eso construyo, primero una idea, a veces llega el final primero, a veces llega una idea sola y parto de ahí. No suelo trabajar en estructura a menos que trabaje dramaturgia colectiva como en el caso de Tipos. Pero cuando escribo solo, no. De hecho, me toma mucho tiempo el proceso. GDE: ¿Cuánto tiempo más o menos? PR: Madurar la idea me puede tomar de tres a seis meses. El proceso de sentarme a escribir es más rápido. Una vez me siento a escribir lo puedo hacer en dos semanas. Y lo dialogo mucho. Por ejemplo, si estoy contigo, te digo: estoy escribiendo esta obra, y te la explico porque al tratar de hacerlo me llega claridad. La persona me dice: no entiendo tal cosa, y ahí clarifico y corrijo. Ya cuando tengo una idea bastante clara de cómo es que se desarrolla la obra entonces la escribo. Hay unas limitaciones, por ejemplo, si escribo lo hago pensando en que la tengo que montar yo, que nadie me la va a producir, entonces comienzo con el presupuesto. Escribo pensando en elementos mínimos que pueda pagar. GDE: Entre todos tus oficios, el de director, actor, dramaturgo, ¿hay alguno que disfrutes más? PR: Si tuviese que elegir yo te diría que el de dramaturgo, creo que es a lo que vine. Los otros puedo hacerlos muy bien pero no me llenan tanto, no me dan la satisfacción que me da la dramaturgia, pero me la complementan. El quehacer teatral se logra más a través de ser dramaturgo porque de la dramaturgia puedes crear empleos. GDE: ¿En qué proyectos trabajas actualmente? PR: Recientemente trabajé en un proyecto que se llama Payasos sin fronteras, de este payaso que es tercera generación de payasos, se pelea con el viejo, se va a Europa, conoce la organización Payasos sin Fronteras que realmente existe y que se dedican a ir a sitios en conflicto. Es un monólogo, esa estética me gusta mucho. Quiero hacer proyectos que pueda hacer solo, así es que quiero combinar este proyecto con otro que se llama El rescatista, de este hijo de un rescatista que trata de salvar a sus hijos y se ahoga. Luego quiero hacer un proyecto con mi hijo que se llama Legoman, una historia de papá e hijo. Fíjate que las tres tienen que ver con padres e hijos porque es lo que vivo. A mi hijo de 11 años lo quiero incluir en los proyectos porque me parece que no volveré a tener esta oportunidad, una vez crezca será otra dinámica. Otro proyecto se llama Mami me mima, tiene que ver con mis issues con mi mamá. Ella murió pero me visita en sueños. En los sueños está viva y entonces trato de resolver una serie de cosas con ella. Todos son temas familiares que de alguna manera conectan con mucha gente. (Mami me mima se estrena del 8-10 de noviembre como parte del festival “Leyendas urbanas” en Cinema Bar, Cuartel de Ballajá, Viejo San Juan.) GDE: ¿Cómo ves el futuro del teatro en Puerto Rico? PR: Es muy complejo decirte porque el teatro de alguna manera siempre está un poco en crisis. Ahora el país también está en crisis, así es que de crisis sabemos. Vivimos un círculo vicioso, si en Puerto Rico no estrenamos las obras de teatro con regularidad, algo que le ocurre a la mayoría de los dramaturgos, ¿cómo prosperamos? Nosotros no tenemos acceso a los teatros del estado porque para producir tenemos que hacerlo todo nosotros y no necesariamente tenemos el capital o somos expertos en producir o comercializar nuestro proyecto para que la gente se entere. Eso crea unos vacíos, el que los dramaturgos puertorriqueños no estrenen con la regularidad que se supone para mejorar, versus los productores que sí tienen el capital y optan por traer obras extranjeras que ya tuvieron la oportunidad de probarse en diferentes países; ya es un producto maduro versus nosotros que tenemos que ver cómo funciona. Entonces, vemos esos proyectos y decimos: nosotros pudimos haberlo hecho. Aquí no podemos hacer proyectos que se queden en cartelera por mucho tiempo, duran muy poco porque los teatros están ocupados o la gente no va; se caen los proyectos. Entonces, en otros países la gente o es dramaturgo, o director, o actor. En Puerto Rico ya no se puede ser ni director, ni dramaturgo, ni actor puro; hay que hacer de todo. Empecé como actor, pasé a ser director, después fui dramaturgo y de pronto vuelvo a ser actor. La situación es tan complicada que esto hace que cambie la forma en que hagamos y repensemos el teatro. Se hacen muchos esfuerzos, se trabaja mucho en cooperativas, trabajo colectivo y en espacios alternos porque no se pueden pagar los del estado. Pero la gente tiene necesidad de hacer teatro. Creo que las propuestas, las nuevas ideas van a hacer que surja un teatro más íntimo, que la gente se ponga mucho más creativa. GDE: ¿Qué aspiras con tu talento? ¿Qué te falta por lograr? PR: Creo que mi aspiración es la de muchos, es un sueño colectivo de tener un espacio propio y no tener que alquilar, un espacio donde podamos explorar y hacer teatro continuo. Estoy confiado de que en algún momento voy a tener mi espacio en el que pueda acomodar entre 75 y 100 personas. No quiero mucho, porque eso hace que sea un teatro íntimo. La Ñapita: Descríbete con tres palabras: arriesgado, consistente y disciplinado Lugar del mundo: Puerto Rico y Argentina Frase: “Voy a todas” Coleccionas… Coleccionaba lápices, luego monedas y libros, ahora colecciono experiencias. Alguna obsesión o manía: las historias inconclusas Una aplicación que uses con frecuencia: Facebook e Instagram Te gustaría conocer a: La Zaranda, una agrupación española de teatro que para mí son de los mejores del mundo. ¿Qué lees o escuchas al momento? “Una novela criminal” de Jorge Volpi y un texto de fábricas culturales, proyecto que se gestó a través del Instituto de Cultura en el que dan adiestramientos técnicos gerenciales para ayudarnos con la autogestión. ¿Qué te inspira? Mi hijo Daniel y la necesidad de explorar otros proyectos teatrales de altura que motiven a otra gente a hacer lo mismo. Algo placentero para ti es: Hanguear con mi hijo, leer, escribir, dormir y tomar café. ¿Cómo se llamaría la película de tu vida? “La vida” Si existen las vidas pasadas, ¿qué fuiste en otra vida? Pienso que sí, que he tenido otras vidas y todas asociadas al teatro. Cuando estaba en escuela superior no hacía teatro, el que lo hacía era mi hermano; él era muy bueno, yo era tímido. Yo estudiaba un programa para ser contable y mi hermano me invitó a coger clases de teatro en Caguas porque en San Lorenzo, de donde soy oriundo, no podía. El maestro de teatro en San Lorenzo era el mismo de Caguas así que tenía clases con él en Caguas y no en San Lorenzo. Él estaba montando la misma obra en ambos pueblos y quien iba a ser el personaje principal en San Lorenzo se fue. El maestro no llamó a mi hermano, me llamó a mi. Esa experiencia me ayudó a decidir que eso era lo que quería hacer toda la vida. De alguna manera pienso que los dioses del teatro reclaman a sus hijos donde quiera que estén. Un puertorriqueñ@ que admires: Ramón Emeterio Betances. Creo que le tocó la mala suerte de ser un visionario en un tiempo en que la gente no estaba lista para entenderlo. Quisieras aprender a: trabajar la madera, el metal, la cerámica, cosas manuales porque de alguna manera complementan lo que se hace en el teatro. ¿Cómo te relajas? Leyendo, bebiendo café y en ratos de silencio. Quisieras que te recordaran por: el deseo inacabable de hacer buen teatro siempre, a pesar de nuestras circunstancias. Sigue a Pedro en las redes sociales: Facebook: Pedro Rodiz Instagram: @rodizpedro
0 Comentarios
Deja una respuesta. |
Categorías
Todo
Entrevistas
Diciembre 2020
|