Cuando Joel Matos era pequeño tuvo problemas respiratorios y su médico recomendó la natación para ayudar con el desarrollo de sus pulmones. De sus primeros momentos en el agua Joel recuerda que fue cuando más seguro y libre se sintió; había llegado a su elemento. El ultra nadador, quien ofrece terapia acuática a niños con necesidades especiales, afirma que para nadar, siempre debe tener un propósito. El pasado 24 de mayo, Matos completó el Ultra Challenge Caribbean Series a beneficio de la Fundación de Niños San Jorge. Su misión: nadar desde Jost Van Dyke, una de las Islas Vírgenes Británicas, hasta Las Croabas en Fajardo. A pesar de grandes contratiempos, el nadador de 31 años nadó un total de 100 kilómetros, por 47 horas, 6 minutos y 25 segundos. Con este nado estableció un récord Guinness por menor tiempo de natación entre las Islas Vírgenes Británicas y Puerto Rico. A continuación, la entrevista que le hicimos a Joel en su versión editada y condensada. GDE: Joel, ¿cómo te iniciaste en la natación? JM: Comencé a nadar porque cuando era pequeño, como a los cuatro, cinco años, empecé a tener dificultades respiratorias. Me operaron las amígdalas y las cuerdas vocales y un médico le recomendó a mi mamá que me pusiera en natación porque me ayudaría, pues mis pulmones no se desarrollaban correctamente. Le dijo que yo no podía soplar un globo. Esa situación me causó problemas del habla y tuve que coger terapia ocupacional y del habla. Así es como empecé en la natación y me ayudó muchísimo. El primer momento en que comencé a nadar me encantó el agua y por ahí me seguí desarrollando en el deporte. GDE: ¿Cuándo fue tu primera competencia? JM: A los siete años con el equipo de Round Hills en Trujillo Alto. En el agua siempre me sentía bien, confiado. Claro, como le pasa a la mayoría de los niños que tienen alguna diversidad funcional, en la escuela siempre se mofaban de mi y ese tipo de cosas. Pero el hecho de estar en un deporte como la natación me daba toda la seguridad y libertad que necesitaba. Más allá de la parte física, el agua también me ayudó mucho en el aspecto emocional y mental. GDE: ¿Te mantuviste nadando consistentemente? JM: Mientras pertenecí a la categoría juvenil estuve en varias selecciones como la nacional, incluso llegué a tener tres marcas nacionales; nadé como hasta los 15, 16 años. Comencé de nuevo cuando entré a la Universidad de Puerto Rico y me dieron una beca de natación. Hice mi bachillerato en Terapia Recreativa y después una maestría en Gerontología. Eventualmente hice una subespecialidad en Terapia Acuática que es lo que ejerzo actualmente desde hace aproximadamente ocho años. Atiendo a niños con diversidad funcional, esa es mi población. GDE: Sé que tu pasada hazaña en el Ultra Challenge Caribbean Series fue la segunda, ¿cuál fue la primera? JM: Para que tengas una idea de cómo comencé en esto de los eventos largos, hace aproximadamente tres años empecé a notar que a nivel mundial hacían eventos de distancias bien largas y a mí, además de nadar en piscina, me gusta nadar en el mar. Por muchos años fui salvavidas de aguas abiertas en playas, y cogí muchos adiestramientos de rescate dentro y fuera de Puerto Rico. Así que siempre he sido amante del mar. Vi que había un evento de aguas abiertas que consistía en nadar 12 millas y media alrededor de Key West en Florida. En aguas abiertas se considera un evento ultra cuando son 10 kilómetros o más. Me fue bien mal porque me entrené yo mismo, no tenía conocimiento de la parte técnica ni de la nutritiva así que me dio calambre y vomité todo lo que me comía; fue un desastre. Aunque terminé bien mal me encantó la dinámica y le dije a mi esposa: “quiero hacer esto, pero quiero hacerlo bien y más largo.” Fui en busca de alguien que conociera del tema y me pudiera ayudar. Eso me tomó un tiempo porque en Puerto Rico no hay muchos entrenadores que se especialicen en aguas abiertas y mucho menos en ultra nados. Me senté con varios entrenadores y muchos me dijeron: “eso es una locura, no te puedo entrenar para eso.” Hasta que llegué a mi entrenador, Randy Soler, que vive en Colorado y se especializa en entrenar a aletas que hacen distancias ultra y también tenía experiencia con nadadores que hacían ultra nados. Me reuní con él y desde la primera vez entendió lo que quería hacer y me dijo que me podía ayudar. El primer evento ultra que hice, además del de Key West que fue como una introducción, fue el año pasado desde St. John hasta Ceiba. Fuimos de isla en isla. Salimos de St. John, paré en St. Thomas, de ahí a Culebrita, luego a Vieques hasta llegar a Ceiba. Fueron dos días de nado y también fue un solo swim pues era el único nadando. Ese fue mi primer evento y también a beneficio de la Fundación de Niños San Jorge. Cuando Randy y yo nos sentamos, una de las primeras cosas que puse sobre la mesa fue que los nados tenían que tener un propósito. Le propuse la Fundación de Niños San Jorge porque le di servicios a niños de esa fundación, la conozco y tiene buena reputación. Casualmente, cuando el hijo de Randy era bebé le salvaron la vida en el San Jorge Children Hospital. Así que escogimos la fundación para ese primer nado. El nado fue una marca mundial porque nadie había hecho esa ruta. Un norteamericano lo intentó, pero sólo pudo llegar hasta Culebrita. En febrero de este año nadé 24 horas en la piscina del Caparra Country Club para un evento a beneficio de las Special Olympics Puerto Rico. Fue un récord nacional pues anteriormente, lo más que se había nadado de forma corrida en una piscina en Puerto Rico fueron 12 horas. Durante las 24 horas siempre hubo alguien más en la piscina acompañándome y haciendo su donativo. Se recaudaron sobre $25,000. Ese evento me sirvió de preparación para este pasado evento de los 100 kilómetros desde Jost Van Dyke hasta Las Croabas en Fajardo. GDE: ¿Cómo te preparas para este tipo de evento? JM: Además de nadar en piscinas y aguas abiertas, para este evento hice campamentos en altura en Colorado. También practico yoga para fortalecer las articulaciones. En lo físico, lo único que mis articulaciones toleran son ciertos ejercicios de boxeo. Un entrenador de boxeo me hizo una rutina con la que me puedo fortalecer sin lastimarme. Increíblemente el boxeo me ayuda mucho. Lo otro que me ayuda en la parte física son los masajes deportivos que me ayudan a recuperar porque la carga del entrenamiento es bien alta. Me canso más en el entrenamiento porque trabajamos una acumulación de metraje. Por ejemplo, nunca en un entrenamiento hice 100 kilómetros corridos, el entrenamiento fue acumulativo. Pero sí hubo semanas en que nadé 150, 200 kilómetros en una semana. Entonces cuando eso se combina con el trabajo y todo lo demás, uno se cansa mucho. El otro factor importante es la parte mental y para eso trabajo ejercicios de meditación, visualización y ese tipo de prácticas para poder mantener control sobre el cuerpo porque el cuerpo se va a cansar. Pero si logro mantener el control de mi cuerpo utilizando mi mente puedo nadar esa cantidad de horas, si no, es imposible. GDE: Tengo entendido que para el pasado Ultra Challenge uno de los mayores contratiempos que enfrentaron fue cuando se rompió uno de los barcos. ¿Entiendes que ese fue el contratiempo mayor y puedes hablar un poco de eso? JM: Durante este evento tuvimos varios contratiempos en el camino que tuvimos que superar antes de llegar. El primero y más grande fue ese porque salí de Jost Van Dyke el viernes, 24 de mayo a las 6:45 de la tarde. Esa primera noche todo transcurrió relativamente bien. Las primeras horas de la mañana del sábado todo estuvo bastante bien, pero como a eso de las 8:30 de la noche el barco de la escolta principal se dañó y se fue a la deriva. Ahí pasó lo siguiente: además del barco, lo que tenía más cercano era un dinghy. Al dañarse el barco, mi entrenador, mi esposa y el salvavidas se montaron en el dinghy con la mayor cantidad de nutrición que pudieron y seguimos; el resto del equipo se quedó en alta mar tratando de arreglar el barco. Estuvimos 12 horas sin ese barco. Lógicamente nos perdimos porque en un dinghy no puedes navegar. Para ese entonces ya habíamos salido de las Islas Vírgenes e íbamos de camino a Culebra. Así que lo que mi entrenador veía era la sombra de Culebra y más o menos se dejó llevar por eso, pero nos perdimos; terminé nadando 105 kilómetros. Ellos no me dijeron nada de esto pues antes del evento, una de las primeras cosas que pusimos sobre la mesa junto al equipo de trabajo fue que no me dirían nada que no fuese de vida o muerte. Obviamente vi que no había bote, pero nunca pregunté. Ellos no me decían nada, pero sabía que pasaba algo porque veía sus caras de preocupación, los veía hablando por el celular y gritando. Pasaron las horas, empezó a caer la noche y me percaté de que me reducían la nutrición y ellos no comían. Después, cuando acabamos el evento me contaron que se habían quedado sin agua y comida para ellos y lo que quedaba me lo dieron porque el resto de la nutrición estaba en el barco. Obviamente si el barco no llegaba a cierta hora se tendría que tomar una decisión en cuanto a qué haríamos porque definitivamente no íbamos a poder pasar la noche sin saber para dónde íbamos, y menos de noche. Literalmente de noche no veo ni mis dedos, no se ve nada, está completamente oscuro. Como a las ocho de la noche llegó el barco pues el capitán hizo varias llamadas, consiguió las piezas y arregló el barco en alta mar. Nos alcanzaron y continuamos la travesía que fue bien retante para todos. GDE: ¿Qué te pasaba por la mente mientras nadabas? JM: Trato de llevar mi mente a un punto neutral en el cual simplemente me conecto con el agua y mantengo un ritmo repetitivo de brazada y patada para gastar la menor energía posible. Hubo momentos de preocupación en que pensaba qué íbamos a hacer, no me decían nada, qué pasaba, no veía el bote… Entonces comencé con los ejercicios de meditación y traté de contrarrestar los pensamientos negativos con algún mantra para mantener la mente enfocada. GDE: También sé que viste tiburones ¿eso no te preocupó? JM: Soy amante de los tiburones y no tengo ningún problema con ellos. Vi dos tiburones saliendo de las Islas Vírgenes. Esas aguas son bien profundas y no ves el fondo, pero son bien claritas y se ve todo bien bonito, una cosa increíble. Pues vi dos tiburones como de unos siete u ocho pies, pero siguieron su camino. Cuando hacemos estos nados vamos con una intención de hacer algo para ayudar a otros y de no hacerle daño a ningún animal. Creo que eso también tiene un peso. El año pasado, sí tuvimos varios encuentros cercanos con tiburones, pero no pasó nada grave. Al kayak le metieron dos cantazos hasta virarlo y a mí se me metió un tiburón entre los pies. La mayoría de los tiburones, en especial de noche cuando no ven bien, tienen la tendencia a acercarse, darle un cantazo a lo que quieren averiguar qué es e irse. Eso es lo normal para ellos, no atacar de primera instancia; pasa, pero es mínimo. GDE: ¿Cuáles fueron las lecciones aprendidas de este pasado nado? JM: Creo que la mayor lección fue la confianza que uno puede tener en uno mismo y el propósito con que uno hace las cosas. En los momentos en que me sentía cansado, siempre había algo que me animaba. Me acordaba de los chicos a los que les doy terapia, de mi familia, de mi propósito, y eso hizo la diferencia. Aprendí que todos mis nados tienen que tener un propósito. Otra de las cosas que aprendes en estos nados es a valorar las cosas pequeñas. Cuando estás en el medio de la nada, en la oscuridad, te das cuenta de que no eres el centro del mundo y que tienes que aprender a valorar y a dar gracias por lo que tienes. Literalmente estás expuesto a un montón de cosas sin saber lo que te va a pasar. Así que esa es una lección enorme. Por ejemplo, tuve la situación de que, por la larga exposición a la sal, cuando terminé el nado tenía toda la garganta irritada. La primera semana no pude comer, con el hambre que tenía. Le decía a mi esposa: “la travesía no acabó.” Desde que comencé el evento hasta cinco días después pesé 17 libras menos. GDE: También estableciste un récord Guinness. JM: Sí. Ellos me dieron 60 horas para establecer un récord y el título de menor tiempo entre las Islas Vírgenes Británicas y Puerto Rico; lo hicimos en 47 horas. GDE: Háblame de la próxima misión grande. JM: Pues será el Canal de la Mancha, que también se conoce como el English Channel y que está entre Inglaterra y Francia. Son aproximadamente 21 millas. Ahí la distancia no va a ser un reto mayor. El reto va a ser la temperatura del agua porque ahí fluctúa entre 55 y 60 grados que para mí eso es bien frío. Además, este canal es el más transitado del mundo. Así que hay muchas corrientes por el movimiento marítimo. Los organizadores del evento me dieron fecha para el próximo verano. Es un nado solo y la misma dinámica. Habrá un bote al lado mío con mi equipo de trabajo y el capitán. Cuando uno hace estos eventos en aguas abiertas hay unas reglas por las que uno se debe regir. Esas reglas se conocen como English Channel Rules. Básicamente, las personas que hacen lo que hago, tienen que hacer el English Channel; es parte de ser nadador de aguas abiertas. Ningún puertorriqueño lo ha hecho así que sería el primero. Ahora me voy a concentrar en prepararme. Posiblemente surjan algunos eventos antes, quizás más pequeños, para usarlos como entrenamiento. Tratamos de hacerlo así para mantenerme activo. La Ñapita: Descríbete con tres palabras: disciplinado, calmado y feliz Una frase o cita, tuya o de otra persona, que te gusta mucho: “Brazada a brazada se llega” En años recientes, ¿qué nueva creencia, comportamiento o práctica mejoró considerablemente tu vida? La paciencia y la confianza. Cuando sientes que pierdes el enfoque o la inspiración temporeramente, ¿qué haces? Pienso en los niños a los que les doy servicio. ¿Cómo se llamaría la película de tu vida? “En el agua la vida es más sabrosa” Un puertorriqueñ@ que admires: Julia de Burgos Quisieras aprender a: correr bicicleta ¿Qué es una de las cosas más gratificantes que has hecho? Ayudar a los demás. ¿Cómo te relajas? Flotando en el agua. Quisieras que te recordaran por: Joel Matos, el que nadó para ayudar a los demás. Sigue a Joel en las redes sociales: Facebook: Joel Matos Ortiz - Ultra Swimmer Instagram: @joel_ultra_swimmer_pr
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Diciembre 2020
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