Rafael Trelles es uno de los artistas plásticos puertorriqueños más importantes de nuestros tiempos. Su inclinación por el realismo mágico es evidente en la mayoría de sus obras, que nos transportan a mundos fantásticos en los que predominan personajes y elementos místicos. En su trabajo también sobresalen temas como la literatura mundial y la mitología, así como la evidente influencia del artista surrealista alemán Marx Ernst. A los once años y bajo la tutela del artista catalán Julio Yort, Trelles comenzó su travesía en el mundo del arte. Poco a poco exploró y desarrolló técnicas que lo llevaron a crear un estilo que hoy día es reconocido internacionalmente entre los más importantes críticos del arte. También se destaca en el arte público, con instalaciones que llamó “En concreto, gráfica urbana” y que consisten en la creación de imágenes en superficies exteriores. Trelles es miembro fundador de varias organizaciones como: la Asociación Puertorriqueña de Artistas Plásticos afiliada a la UNESCO, (San Juan, 1998); el grupo plástico teatral “Taller Delfín del Cielo” (Islas Canarias, España, 1986); el grupo de teatro “La Iguana Marina” (Ciudad México, 1985), y el grupo plástico literario “El Alfil (imagen y palabra) (San Juan, 1984). A lo largo de su trayectoria como artista y por la excelencia y calidad de su trabajo, ha recibido numerosos reconocimientos y premios que incluyen: la Medalla de Cultura de la Fundación Alegría (San Juan, 2011); Premio a la Mejor Exhibición, Asociación Internacional de Críticos de Arte, Capítulo de Puerto Rico (San Juan, 2009), y la Medalla de las artes, Asociación Puertorriqueña de Artistas Plásticos afiliada a la UNESCO (San Juan, 1998). Sus obras le han dado la vuelta al mundo, exhibiéndose en países como Estados Unidos, España, Argentina, Canadá, Serbia, Portugal, Cuba, Eslovenia, Italia, República Dominicana y México. Su preparación académica incluye un bachillerato en Arte de la Universidad de Puerto Rico y estudios post graduados de la Universidad Autónoma de México en Ciudad México. A continuación, la entrevista que le hicimos a Rafael en su versión editada y condensada. GDE: Rafi, comenzaste a estudiar arte a los once años bajo la tutela del artista catalán Julio Yort, ¿cómo ocurrió esa conexión? RT: Esa conexión ocurrió gracias a la visión de mi madre. Yo era el típico niño que tenía habilidad para el dibujo y ella entró en contacto con este artista que le habían dicho que era muy bueno. Me concertó una cita y me llevó donde el señor catalán, residente de Puerto Rico y graduado de San Fernando en Madrid y de algunas academias italianas. Era muy amigo de Pablo Casals. Resulta que él no daba clases a niños, sólo a adultos, pero me hizo una pequeña prueba. Recuerdo que me puso una botella de vino de frente y me dio un pedazo de carboncillo. Nunca había visto carboncillo y le pregunté “¿para qué es eso?” Me dijo: “con eso vas a dibujar”. Dibujé la botella y cuando terminé, me hizo unas correcciones y le dijo a mi madre “me voy a quedar con él porque es calladito”. Nunca supe si se quedó conmigo porque dibujé bien la botella o porque era calladito. Estuve con él unos cuantos años y gracias a su padrinazgo aprendí todos los fundamentos del dibujo y del trabajo al óleo académico. Íbamos a pintar con el grupo al Jardín Botánico de la Universidad de Puerto Rico donde yo era el único niño, y también a su taller, un apartamento en la calle México en Hato Rey. Para mí, él fue muy importante porque no solamente me enseñó los fundamentos básicos de la pintura, sino también una ética de trabajo, a respetar y cuidar los materiales. Me enseñó que había una tradición detrás de los pintores y tenía que conocer esa historia del arte, y que de alguna forma u otra cuando asumes una profesión como ésta también aceptas ser parte de una larga tradición que hay que respetar y honrar con un trabajo serio. GDE: ¿Quiénes fueron mentores a lo largo de tu carrera? RT: Años después nos mudamos de Río Piedras a Yauco y allí continué estudios en Ponce con otros maestros españoles. Eventualmente entré a la Universidad de Puerto Rico y cogí clases con varios de los artistas puertorriqueños de una generación anterior a la mía como: Carmelo Fontánez; John Balossi; Luisa Géigel, y Félix Bonilla Norat; no puedo quejarme porque tuve muy buenos maestros. Me fui a México en el ‘83 para hacer estudios postgraduados en la Academia San Carlos de la Universidad Autónoma de México. Allí conocí a un escritor español a quien le gustó mi trabajo y me invitó a Islas Canarias para que hiciera un trabajo de ilustración de las cartas del Tarot que llegaron a publicarse bajo la Editorial Antacarana y se distribuyeron en español e inglés en varios países del mundo. Allá estuve poco menos de un año. GDE: A la hora de crear, ¿qué te inspira? RT: Cuando regresé de Islas Canaria había comenzado a experimentar con el azar como punto de partida para hacer una obra de arte. Utilizaba las técnicas académicas que normalmente se basan en que cuando vas a trabajar una obra, una pintura, tienes una idea y la elaboras en un boceto hasta que de uno que consideras final, pasas a la pintura y desarrollas la obra. Cuando yo seguía este método, que es muy tradicional y útil, comencé a repetir temas y estrategias de composición y me cansé de lo que hacía. Entonces recordé una experiencia de la niñez en la que me gustaba mucho visualizar formas y figuras en las nubes y en las losetas de terrazo de la casa de la infancia. ¿Sabes que las losetas de terrazo tienen unas manchitas? Yo tenía una especie de bestiario en las losetas… Por toda la casa sabía dónde había un pajarito, un león… alrededor del inodoro tenía unos personajes que me rodeaban en el piso. Me escondía debajo de la mesa de la sala y veía un montón de animalitos y los dibujaba ahí mismo en el piso, les añadía ojitos… Ese aspecto de la niñez, combinado con unas lecturas y un encuentro con unos ejercicios de los surrealistas, me llevaron a experimentar con hacer manchas abstractas sobre superficies. Más bien era la estampación de una textura con pintura húmeda sobre la superficie de la pintura, y a partir de esa textura hecha totalmente al azar, empezar a visualizar formas y sacar una imagen. Aunque parto de una experiencia de la infancia, con el tiempo descubrí que otros artistas ya trabajaban esta técnica, como el artista canario Óscar Domínguez. Para la década del ‘30, él desarrolló esta técnica que llamó de calcomanía y la llevó al grupo de surrealistas en Francia. Allá la comenzaron a utilizar los surrealistas Breton, Marx Ernst y muchos otros. En la psiquiatría hay una prueba muy conocida, la Rorschach, donde al igual que los surrealistas, el psiquiatra pretende, a través de lo que ve el paciente, explorar su subconsciente. Entonces era una manera de explorar el subconsciente de lo surrealista, de evadir la razón entrando en ese mundo del subconsciente para poder acceder a un mundo nuevo. Partiendo de esas ideas, las adapté a mis necesidades personales e ideas creativas y empecé a desarrollar mi trabajo. En el 1991 comencé con una serie de trabajos que comenzaban de una mancha en óleo, antes lo hice en tinta china sobre papel, y en el ‘93 hice una exposición de ese grupo de pinturas que sirvió para conmemorar el aniversario número cuarenta de la Galería Botello en San Juan. De ahí en adelante mi trabajo adquirió cierta visibilidad. Empezó a venderse fuera de Puerto Rico, en Christie’s, Sotheby’s, y eso fue como realmente el antes y después del desarrollo de mi trabajo. GDE: ¿Cuáles son algunos de tus trabajos de los que estás más orgulloso? RT: “Visitas a El Velorio”, que está en la colección del Museo de Arte de Puerto Rico, es una de las obras más emblemáticas de mi cuerpo de obras por ser una instalación, muy distinto al modo de pintar partiendo de una mancha, que es una pintura más íntima. Desde mis años universitarios también he tenido unas inquietudes sociales y políticas. Cuando he tenido la necesidad de comentar y opinar sobre la realidad que me rodea, en vez de recurrir a la pintura de caballete, escojo otros medios distintos como la instalación, el performance y las intervenciones en la calle como recurso expresivo que creo que en mi caso particular son más adecuadas para expresar las ideas de índole política y social. Entonces en el año ‘91 trabajé esta instalación “Visitas a El Velorio” que me tomó un año hacerla, y en la cual recreé “El Velorio” de Francisco Oller y lo actualicé al ‘91. Presenté la obra frente a “El Velorio” original en el museo de arte de la Universidad Puerto Rico. Fue un gran éxito. A la apertura fueron casi 400 personas y llamó mucho la atención. Posteriormente la adquirió el Museo de Arte de Puerto Rico. Desde entonces me mantengo haciendo instalaciones. Otro proyecto que también puedo decir que es de mis preferidos es “En concreto, gráfica urbana”. Presenté este proyecto en el 2004, en el contexto de la Trienal Poli/Gráfica. Es una serie de intervenciones en las paredes sucias de la ciudad donde, utilizando plantillas de plástico y una máquina de lavado con agua a presión, comienzo a dejar estos diseños utilizando el sucio como el medio principal. Lo que hago es que limpio las paredes a través de la plantilla y cuando retiro la plantilla queda impreso el diseño. Es un trabajo muy redondo porque, no solamente el resultado plástico es bastante eficaz visualmente, sino que también la misma técnica y el hecho de hacer arte con sucio, aporta al contenido de la obra. El artista expresa que hay belleza en el sucio y demuestra que con lo menos noble se puede crear una obra de arte. GDE: ¿Algunos artistas que admires? RT: Esa primera exposición que hice en la Galería Botello en el ’93 se la dediqué a dos artistas muy importantes: Carlos Raquel Rivera, artista puertorriqueño de Yauco que en la década del ‘50 también exploró una especie de realismo mágico muy personal, y a Max Ernst que se conoce como el pionero alemán del surrealismo. Ambos continúan siendo importantes para mí, aunque también soy fanático del buen arte y el buen arte está, gracias a Dios, en todas partes. GDE: ¿Cómo ves el arte en Puerto Rico? ¿Hacia dónde entiendes se dirige? RT: A pesar de la crisis, el mejor momento en la historia de las artes plásticas en Puerto Rico lo hemos vivido en los últimos 20 años, gracias a varios factores. Primero, a un proceso histórico acumulativo donde cada día hay más academias y escuelas de arte. Se consolidó la Escuela de Artes Plásticas y Diseño de Puerto Rico y casi todas las universidades tienen un programa de artes plásticas, a diferencia de los años ‘50 que apenas había oportunidad de estudiar arte. O sea, que eso ha generado una cantidad de jóvenes puertorriqueños que se gradúan de arte y que también han podido vivir fuera de Puerto Rico para estudiar. Eso en combinación con la llegada del Internet que dio acceso a los artistas puertorriqueños y al mundo entero a compartir sus trabajos y enterarse de lo que pasa en el mundo. Cuando me desarrollaba, para enterarte de lo que pasaba en otros países, o viajabas, o tenías que estar suscrito a las revistas de arte que eran el mejor instrumento para mantenerse al día. Otra cosa es que en las nuevas corrientes museográficas internacionales está en boga lo que llaman el multiculturalismo, que permite que los grandes círculos y las grandes capitales de la cultura acepten el arte de la periferia. Cuando me desarrollé y mucho antes, el arte de América Latina apenas existía para las principales corrientes de la cultura; éramos casi inexistentes. Hoy en día las grandes exposiciones del mundo siempre cuentan con el tercer mundo, con América Latina, con África, y eso hace que a los artistas jóvenes se le abran las puertas con mucha más facilidad que antes. GDE: ¿Qué consejos compartes a esos jóvenes que desean dedicarse al arte? RT: Creo que el mundo del arte está lleno de contradicciones y una de éstas es el poder del mercado del arte. Por un lado, genera muchas oportunidades de vender arte, pero a la misma vez desarrolló un poder que controla las tendencias, estimula los estilos, incluso influencia la instituciones culturales, los críticos de arte y los curadores. Antes nos decían: sigue trabajando y tal vez cuando llegues a los cuarenta años, que la crítica te haya convalidado, que la academia y las instituciones te hayan respaldado, entonces el mercado, que generalmente en aquella época era más conservador, va a apoyar tu trabajo. Ahora es al revés, el mercado va por muchachos jóvenes acabados de salir de la escuela de arte, pues pueden vender su trabajo a precios muy bajos y rápidamente inflar su obra para tener grandes ganancias en poco tiempo. Eso es peligroso para los jóvenes porque un éxito económico a temprana edad puede ser catastrófico para alguien que esté madurando, no solo como artista, sino como persona. Así que deben tener mucho cuidado con las tentaciones del mercado y ocuparse más en desarrollar su trabajo, en educarse, en tener una cultura amplia para que tengan cosas que decir. Que desarrollen su técnica, porque si logran una obra que sea sólida desde el punto de vista técnico, formal y de contenido, va a tener salida porque la misma obra se va a imponer por su calidad. Que no inviertan el orden de los factores y estén más pendientes a la venta porque van a producir una obra que no resistirá el tiempo. GDE: ¿En qué proyectos trabajas? RT: Ahora mismo trabajo en varias cosas. Junto a un grupo de artistas puertorriqueños trabajo en un portafolio que va a ser en linóleo y el tema es un acercamiento crítico a la Constitución de Puerto Rico. Además, trabajo en una serie de dibujos en tinta de aceite sobre papel sobre el tema de personajes de la literatura, que se exhibirá próximamente en la Universidad de Syracuse en Nueva York. También preparo un grupo de pinturas que se exhibirán en Londres, tal vez para el 2020. La Ñapita: Descríbete con tres palabras: comprometido, disciplinado y apasionado Un libro o disco que te haya influenciado: El libro de las mutaciones I Ching Una frase o cita, tuya o de otra persona, que te gusta mucho: Hay una cita del autor francés Eliphas Lévi que dice: “Un hombre importante con el tiempo supera un fracaso, pero un hombre mediocre jamás superará un éxito.” En años recientes, ¿qué nueva creencia, comportamiento o práctica mejoró considerablemente tu vida? La lectura Cuando sientes que pierdes el enfoque o la inspiración temporeramente, ¿qué haces? Corro a trabajar. ¿Cómo se llamaría la película de tu vida? “Sin título” Un puertorriqueñ@ que admires: Lolita Lebrón Quisieras aprender a: ser más inclusivo con todos los seres humanos que me rodean. ¿Qué es una de las cosas más gratificantes que has hecho? Estudiar y trabajar en el arte. Ser una persona que desde joven quería ser artista y vivir del arte. Me costó mucho trabajo porque es difícil y fui terco por muchos años, pero hoy puedo decir que vivo de mi trabajo y eso me da mucha satisfacción. ¿Cuál es una de las mejores inversiones que has hecho? Comprar mi casa. ¿Cómo te relajas? Compartiendo con mis amigos. Quisieras que te recordaran por: mi trabajo Sigue a Rafael Trelles en las redes sociales: Facebook: Rafael Trelles rafaeltrellesonline.com
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Diciembre 2020
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